lunes, 13 de mayo de 2013

Los misterios de la Muralla China: Segunda Parte

Kalimán, el Hombre Increíble No. 48-70

Mientras Sué -Lao atestigua la incineración del cuerpo de su padre (con una visión de su espíritu recordando el juramento que hizo Kalimán de vengarlo), Kalimán y Solín siguen la pista del Caballero Negro por el bosque. Una tribu de victimas del Caballero Negro, lisiados cuando éste les amputó los brazos, han desarrollado grandes habilidades para suplir su invalidez, asi como un odio ferviente contra éste y todos los que le sirvan. Al ver que Kalimán y Solín cargan con la espada del villano, deducen que son sus cómplices y les tienden una emboscada. Kalimán se niega a luchar contra ellos, estando lisiados, pero sus brutales cabezazos y patadas terminan por derribarlo. Son llevados a su refugio entre las rocas y los presentan ante su rey (al cual le amputaron las piernas también). Les cuenta sobre su desgracia y grandes deseos de venganza, condenándolos a perder brazos y piernas ante un acróbata verdugo (con cuchillas en sus botas). Viéndose imposibilitados para defenderse, Kalimán se dirige al rey para ofrecerle convertirse en sus esclavos para ayudarlos con las tareas que no pueden hacer al carecer de brazos.

   

Creyendo que les darán la libertad si les sirven bien, Kalimán y Solín construyen chozas para ellos y un acueducto que facilita la obtención de agua. Los inválidos resultan ser unos ingratos, mostrándose reacios a dejarlos ir para que sigan sirviéndoles de esclavos, por lo que Kalimán toma a Solín, echándose un clavado en el rio, donde no pueden seguirlos. 
De vuelta con Sué-Lao, ella no puede soportar la tristeza en su reino, donde todo decae con la muerte de su padre. Más que nada, sufre por la ausencia de Kalimán, por lo que dice ir en su busca y después de ordenar que repartan todo entre sus súbditos, emprende un peligroso camino. 
Kalimán y Solín entran en la tundra donde las condiciones climáticas afectan especialmente al niño. Kalimán ve difícil mantenerlo con vida cuando aparece un grupo de guerreros tártaros. El Hombre Increíble solicita ayuda a su líder, Garika, y éste acepta que se les unan, proporcionando alimento y ropa cálida para que Solín se restablezca. No obstante, no es una ayuda desinteresada, ya que Garika pone el ojo sobre la esmeralda del turbante de Kalimán, intentando arrebatársela en un descuido. Como Kalimán pone resistencia y ordena a sus hombres que lo sometan, dispuesto a hacerle experimentar el “tormento tártaro”. 
En otro lugar, Sué-Lao tiene un encuentro con Iván y su oso amaestrado, Veruska, y es tomada como esclava. Iván pretende incorporarla a su acto para hacerla bailar junto con el oso y aunque Sué-Lao se muestra rebelde en un principio, se vuelve cooperativa al enterarla de que participarán entre una comitiva de artistas para entretener al Caballero Negro en su castillo, viendo una oportunidad para vengar a su padre al tener cerca al asesino. 
Kalimán despierta con su cuerpo enterrado en el suelo hasta el suelo, a tiempo para sufrir el “tormento tártaro”. Garika envía a sus hombres para que lo amedrenten con sus lanzas antes de ofrecer una recompensa para que le atinen de verdad. Proyectando la sugestión hipnótica de sus ojos, Kalimán les hace creer que su cabeza se desprende y levita sobre el suelo, asustándolos en lo que se libera y agarra a Garika por la espalda, retándolo a un duelo justo por el liderazgo. Garika acepta y con todo y que cuenta con su espada y su garfio (revelando después que el Caballero Negro le cortó la mano) es superado por las maniobras de Kalimán.

   

Satisfecho, el Hombre Increíble le ofrece al jefe tártaro su amistad, permitiéndole conservar el liderazgo. Una atmosfera de camaradería se extiende entre ellos y la cosa mejora cuando Garika anuncia que ya tenían contemplado asaltar el castillo del Caballero Negro, dejando que Kalimán los disuada para atacar de una vez. Un espía envía un mensaje hasta el castillo, previniendo al villano. Confiado en su victoria, el temible personaje hace los preparativos adecuados para recibirlos como se merecen. El asalto de Kalimán y los tártaros se pone en marcha. Garika le advierte al Hombre Increíble sobre las poderosas armas “sobrenaturales” del Caballero Negro que incluyen el invocar el rayo y el fuego bajo la tierra. Durante la escaramuza, Kalimán descubre que todas estas armas no son más que explosivos cargados con pólvora rudimentaria (algo que en esa época todavía no era conocido) pero como no puede explicárselo a sus compañeros, usa su astucia y conocimiento para librar cada ataque sin bajas. Aun así, el Caballero Negro es persistente y no piensa darles la oportunidad de enfrentarlo frente a frente, enviando contra ellos vehículos equipados con navajas giratorias, masacrando a todos los tártaros. Kalimán y Solín consiguen eludirlas, anotando otra más que les debe el villano (y claro, con sus ultimas fuerzas, Garika también le pide a Kalimán que cobre venganza en su nombre), y se hacen los muertos cuando sus soldados inspeccionan los resultados. 
Kalimán y Solín se unen a la comitiva de artistas que vienen a entretener al Caballero Negro, poniéndose unas mascaras para no ser reconocidos, sin alcanzar a reparar en la presencia de Sué-Lao. El villano sigue demostrando su ruindad al despreciar todas las exhibiciones que hacen para complacerlo, advirtiendo que si el próximo no le satisface, mandará matar al maestro de ceremonias. Kalimán sale en su auxilio y deleita al Caballero Negro con trucos de ilusionismo, contando con la asistencia de Solín. Impresionado, el villano los acepta como invitados de honor para que después le comparta sus secretos, oportunidad que Kalimán piensa aprovechar para acercarse y capturarlo. El plan es echado por tierra cuando llega el turno de Sué-Lao y Veruska. Durante la danza, la princesa va acercándose al villano, ansiosa por hacer su movimiento, ignorando que éste ya la ha reconocido. Intenta clavarle un puñal pero la hoja de rompe contra su armadura y el Caballero Negro la sujeta para maltratarla. 

 

Es más de lo que Kalimán puede soportar y revela su identidad, enfrentándose de nuevo al villano. Obtiene la ventaja pero éste llama a sus guardias y mientras ellos forcejean, se apodera de Solín para obligarlo a rendirse (y como siempre, lo descuentan por la espalda). El Caballero Negro ordena que lleven a Kalimán y a Solín al Calabozo de la Muerte. Sué-Lao es colgada de las manos para torturarla hasta que acceda a pedirle perdón al asesino y a Iván le toca ser encerrado con su oso sin comida ni agua para que la bestia termine devorándolo por sobrevivencia. Kalimán y Solín se ven encadenados en una celda que va llenándose de agua infestada por sanguijuelas que los muerden ferozmente. Kalimán rompe las cadenas y le indica a Solín permanecer bajo el agua, atrayendo la atención de los guardias, engañándolos para que entren a confirmar si están muertos para descontarlos y escapar. Pasan por Sué-Lao para liberarla, deshaciéndose del guardia que la vigilaba. Kalimán aun tiene que ajustar cuentas con el Caballero Negro, por lo que pone a sus compañeros en un caballo, indicándoles alejarse para no correr más riesgos. Ellos obedecen y se adentran en el bosque, ignorando que un anciano misterioso con vestimenta de camuflaje los vigila. 
Kalimán se hace camino hacia las habitaciones del Caballero Negro, descubriendo su gran secreto al verlo sin armadura: es una mujer. Indignada, la villana procede a atacarlo, demostrando su gran capacidad para la lucha pero el Hombre Increíble se las ingenia para dominarla, rematando con una táctica sexista: robándole un beso.

   

Cautivada, ella detiene su ataque y le relata su historia personal, cosechando un odio ferviente hacia los hombres que oprimen a las mujeres, entrenándose y ocultando su identidad con la armadura hasta hacerse de su propio nombre (no tiene otro más que “Caballero Negro” por lo visto). También revela la razòn por la que tuvo que matar a Kuè-Sao (condenar a muerte a una mujer por robar un poco de arroz). Kalimán comprende sus motivos pero no puede olvidar las fechorías que ha cometido, pidiéndole que se rinda para llevarla a que la juzguen (no imparcialmente, dada la epoca en la que se encuentran). Ella finge aceptar, pidiéndole un último beso, aprovechando para activar una trampa que abre una trampilla en el suelo por la que Kalimán cae (¡por confiado!). 
En el bosque, Solín y Sué -Lao caen en una trampa preparada por el anciano misterioso, dejándolos en un boquete abierto en la tierra que los incita a entrar a su guarida cuyo interior es la fachada familiar de un laboratorio. 
Kalimán despierta en los sótanos de la fortaleza y el Caballero Negro juega con él, invitándolo a encontrar una salida, abriendo y cerrando rejas para molestarlo. Le pone enfrente a Fao-Mi, un maestro de la lucha cuerpo a cuerpo, teniendo lugar una pelea brutal donde Kalimán apenas puede contra devastadoras ataques. Usando la inteligencia, lo ciega de un golpe para hacerlo impactarse duramente contra la pared, derrotándolo. El Caballero Negro procede, mandándole un trío de luchadores de kendo y aunque Kalimán logra confundirlos con su hipnotismo, se descuida y es noqueado por la espalda. 

 

El Caballero Negro entra para darle el gusto de matarlo él mismo pero al recordar el beso, cambia de opinión, ordenando que curen sus heridas y lo lleven a sus habitaciones, con intenciones de convertirlo en su esclavo. 
En el laboratorio, el “mago” del Caballero Negro (el inventor de la polvora, entre otras cosas), Chao-Fù, se presenta ante Solín y Sué -Lao, metiéndolos en una celda, anunciándoles sus intenciones de hacer de ellos sus nuevos conejillos de indias.

   

Un guardia le informa acuda ante su amo para darle uno de sus brebajes especiales para controlar a un prisionero en particular. Chao-Fù se retira y deja a su perro guardián vigilando a sus “invitados”. En las habitaciones del Caballero Negro, el mago cumple su tarea, indicando que una vez que recupera la consciencia, Kalimán obedecerá dócilmente todo lo que le ordene. 
En su celda, Solín y Sué-Lao son atraídos por un canto, llevándolos a descubrir un túnel que los reúne con un sacerdote Koang-Fù. Éste se anuncia como custodio permanente de la sagrada flor de loto, recordándole a Solín la finalidad de su aventura, pero viéndose impotente para hacer algo al no haber salida alguna. El sacerdote adivina sus pensamientos y le indica que hay una forma de salir por encima de la caverna en la que se encuentran, utilizando las alas mecánicas que diseño Chao-Fù. 
Mientras, Kalimán despierta, confundido al haber perdido todos sus recuerdos y la villana aprovecha para ponerlo bajo su dominio, comprobando que el brebaje ha resultado efectivamente. Kalimán acepta sus palabras de que es el único entre sus hombres que conoce su secreto, sirviéndole con fidelidad como nuevo guardia de sus habitaciones y manteniéndose inmutable cuando ella lo pone a prueba al mutilar sin razón a uno de sus hombres. 
Solín pierde su oportunidad de escapar cuando Chao-Fù regresa, volviendo a la celda para que no sospeche nada. El viejo se vanagloria del servicio prestado al Caballero Negro, al grado de señalar entre sus pócimas cual es el antídoto para devolverle la memoria a Kalimán (detalle del que Solín no deja de tomar nota). Sin más, les avisa que servirán de alimento a su planta carnívora como parte de un experimento para dotarla de inteligencia humana. Sué -Lao se horroriza ante la idea pero Solín se mantiene sereno, empeñado en seguir adelante con su plan para escapar. Corriendo el riesgo de ser atacado por el perro, se apodera del antídoto y las alas, subiendo hasta la cima de la montaña, planeando y aleteando por los aires. Furioso, Chao-Fù le envía una parvada de cuervos que sirven su voluntad, los cuales destrozan las alas de Solín, haciéndolo caer en un rio, donde los convence de que murió. Los pájaros regresan con las alas destrozados, dejando satisfecho a su amo, que vuelve su atención hacia Sué-Lao, llevándola con su planta carnívora para iniciar el diabólico experimento. 
El Caballero Negro planea tomar por asalto la Gran Muralla para apoderarse de un tesoro oculto, contando con la asistencia de Kalimán para obtener ventaja estratégica. Es interrumpido cuando le traen a Solín, descubriendo en breve su intrusión, considerándolo una oportunidad perfecta para demostrar el alcance de su control sobre Kalimán. Le ordena matarlo y Solín ve inútiles sus esfuerzos por hacer razonar a su mentor. 

   

Divisando la cerbatana de dardos somníferos que se le cayó, le dispara uno para derribarlo, haciendo creer al Caballero Negro que murió. Aprovecha su distracción para administrarle el antídoto, resignándose a morir por órdenes del villano, conforme de haber salvado a Kalimán. Solín es llevado al “pozo de las arañas” donde se resiste como puede ante el ataque de arácnidos gigantes. Al final, se da por vencido y estos se apresuran a envolverlo con su red, dispuesto a devorarlo. Mientras, a Kalimán lo dejan en el pudridero de cadáveres, donde rondan los buitres, pero despierta antes de que puedan darse gusto con él. Poco a poco va comprendiendo lo que pasó y regresa a la fortaleza para interrogar a uno de los consejeros del villano (el cual ya partió rumbo a la batalla por la conquista de la Gran Muralla), enterándose de la suerte de Solín. Sin perder tiempo y pasando por algunos guardias, Kalimán desciende al pozo pero le toca ser dominado por los arácnidos. Todo parece perdido para los dos pero como no los devoran inmediatamente, al poco rato Kalimán se repone y rompe la red, desatando un incendio para vencer a sus enemigos y escapar.

   

Kalimán y Solín toman un caballo y dejan atrás la fortaleza, dirigiéndose al laboratorio de Chao-Fù para rescatar a Sué-Lao, victima de la planta carnívora. El perro lo sorprende pero Kalimán le pone un estatequieto y dan con su objetivo, sólo para ser enlazados por sus zarcillos. Viendo que es inútil soltarse, Kalimán busca el punto central de la planta, arrancándolo para matarla y liberarse junto con sus compañeros. Contrariado, Chau-Fù recurre a otra de sus defensas, enviando contra ellos a un trío de tigresas humanas. Kalimán reanima a Sué -Lao, debilitada por la perdida de sangre, y finalmente la entera sobre su propósito y lugar de origen (inquietándola, ya que significa que regresarán a su época y la dejarán atrás). Las tigresas atacan y Kalimán se rehúsa a pelear con ellas, empleando una táctica hipnótica para hacerles creer que se transformó en un enorme tigre, logrando que emprendan la retirada. Chao-Fù intenta escapar pero Kalimán va tras él, y recibe en plena cara una de las pócimas del mago, dejándolo ciego.

   

Chao-Fù ocasiona un incendio y huye, confiando en que su enemigo morirá sin remedio. Privado de la vista, Kalimán está a merced de las llamas pero escucha la voz del sacerdote Koang-Fù, guiándolo hacia su caverna secreta, poniéndolo a salvo y confirmándole que ahí tiene la flor de loto, pero antes de irse con ella tiene que practicar ejercicios mentales para reactivar sus ojos. Sué -Lao y Solín buscan entre las ruinas pero al no haber rastros de Kalimán, asumen que murió. 
El Caballero Negro regresa, derrotado en su misión, y es enterado de los hechos. Chao-Fù reporta la muerte de Kalimán y su jefa enfurece, culpando a Sué -Lao, en quien planea descargar toda su furia. El villano se traslada hacia las ruinas del laboratorio y revisan el lugar. No tardan en descubrir a Sué -Lao y a Solín, procediendo a castigarlos. 
Después de esfuerzos extenuantes, Kalimán tiene éxito en recuperar la visión y toma la flor de loto, dando gracias al sacerdote, que misteriosamente se deshace en cenizas.

   

Kalimán abandona la caverna y se reúne con Solín, al que dejaron colgado de los pies, poniéndose en marcha para rescatar (una vez más) a su amada. Sué-Lao es martirizada por la celosa mujer blindada cuando Kalimán se hace presente, retándola a pelear.

   

En vez de eso, le envía a sus mejores guerreros pero Kalimán los vence fácilmente (accidentalmente, Chao-Fù muere al intentar atacar por sorpresa, tropezándose sobre la espada de uno de los caídos), obligándole a entrarle a la lucha, derribándole y aprovechando la oportunidad para desenmascararla frente a sus hombres, quitándole la armadura.

 

Sin su cubierta, el “Caballero Negro” pierde el respeto y la lealtad de sus matones, sufriendo la peor de las humillaciones. Desesperada, le confiesa al Hombre Increíble que lo ama y le permita acompañarlo mas éste declara que ama a Sué -Lao y no quiere más tratos con una criminal como ella. Enardecida, jura venganza y sigue discretamente al grupo de Kalimán mientras se dirigen a la Laguna Negra, punto donde se encuentra el acceso al portal que los enviará de vuelta al presente.

   

Subiendo a la cima de una montaña, la villana se dispone a matar a Kalimán a distancia con una certera flecha. Sué-Lao se interpone y es herida mortalmente, muriendo en brazos de Kalimán, reiterándole su amor eterno en conmovedora despedida, entregándole un amuleto para que siempre la recuerde. En cuanto a la villana, antes de poder disparar una segunda flecha, estúpidamente tropieza y cae por el barranco (perdiendo importancia para Kalimán y Solín, por lo que asumimos que murió).

   

Sin más, ellos entran al portal, reapareciendo justo a tiempo puesto que el guardián ya estaba por cumplir la sentencia de destruir al espíritu de Kalimán. Con la flor de loto, revive la estatua de la princesa Sué-Lao, quien reconoce a Kalimán. Sin embargo, su amor no está destinado a ser cuando el guardián se la lleva, alegando que ella existe para vivir para siempre en el templo de las doncellas, desatando un temblor que mágicamente envía a Kalimán y a Solín al exterior (no sin antes cumplir muy rápidamente con la devolución del espíritu aprisionado del Hombre Increíble), desconcertados por lo sucedido.

   

Kalimán se limita a recordar las palabras de Sué-Lao ("El amor vence al tiempo y la distancia") y concluye que los misterios de la Muralla China son indescifrables. 

Reflexiones… 
Definitivamente, esta historia se desvió del punto original en algún momento. Lo que empezó con un recorrido histórico y cultural, degeneró en giros demasiado extraños. Arañas gigantes, plantas carnívoras, mujeres-tigre, una villana feminista, un romance que se sintió demasiado forzado… ¿Qué rayos pasó aquí? Una trama prometedora, sin duda, pero pierde mucho en la falta de preparación del argumento, dejando muchas cosas sin explicaciòn para salirnos con un final muy cortante y desconcertante. 

Curiosidades y metidas de pata
 • Hay una inconsistencia entre el estilo de dibujo a lo largo de toda la serie. Aparentemente, hubo dos o tres dibujantes que se la iban alternando. Pero eso no es todo, también la tipografía cambia, dependiendo del dibujante en turno (ya que sus trazos más detallados y con un entintado más pronunciado exigen verse engalanados con diálogos en letras inclinadas). 
• Kalimán ya había aceptado cumplir con el encargo que le ponía el demonio guardián. No había necesidad alguna de presionarlo con la amenaza de destruir su espíritu. ¿Tan poco confiaba en que se comprometiera?
• ¿Por qué Kalimán y Solín no reconocen a Sué-Lao (a la que vieron primero como una estatua, la razón principal de su viaje) cuando la encuentran en el pasado? ¿Acaso el viaje por el espejo les provocó amnesia específicamente para que olvidaran ese detalle? Y todavía cuando cumplen con la misión y regresan, vuelven a sorprenderse al ver a Sué-Lao con el guardián. 
• Es algo obvio pero parece que todos hablan un idioma universal en esta historia ya que en ningún problema señalen que haya problemas de entendimiento. Es eso o Kalimán y Solín son extraordinarios multilingües. 
• Durante el descanso de su primera jornada de trabajo, Kalimán se toma un momento para reflexionar si vale la pena que construyan estructuras tan impresionantes como la Gran Muralla y las pirámides de Egipto a costa de las vidas de tantos esclavos. Buen punto pero se siente irrelevante. 
• Al final del primer día de esclavitud, Kalimán decía a Solín haber escuchado sobre la suerte de Sué-Lao pero cuando lo vemos dirigirse a su nuevo trabajo como excavador apenas acaba de ser enterado por parte de uno de los guardias. 
• Cuando descansan en la posada antes de llegar al palacio del mandarín, Kalimán le pregunta a Sué-Lao sobre la flor de loto. Sin embargo, ella ya le había dicho desde antes, asegurando que su padre se las daría como recompensa por haberla salvado. ¿Necesita una reafirmación de esa promesa o que? También cuando ya están en el palacio y se hizo el compromiso, Sué-Lao la hace mucha de emoción para presentarle la flor de loto a Kalimán. No es como si fuera una gran sorpresa (sobretodo porque ya se lo dijo dos veces). 
• Kalimán considera seriamente el quedarse en el pasado con Sué-Lao, esperando que Solín pueda resignarse a esa vida. ¿Acaso se le olvidó que si fracasan en la misión de volver con la flor de loto, su pupilo será decapitado por el guardián? Incluso al final de la aventura, el mismo guardián parece haber olvidado la sentencia, limitándose a dejarlos varados en el pasado y destruir el espíritu de Kalimán. 
• Escenas como esta son la que hacen que se malinterprete la relación entre Kalimán y Solín.

   

• El Caballero Negro mencionaba durante su ataque en el palacio que sus motivos tenían que ver con un juramento que hizo por su padre muerto pero después que conocemos su secreto sabemos que sólo se trata de venganza contra los hombres que oprimen a las mujeres (y a su padre lo odia porque intentò matarla cuando era bebe por ser mujer). Podríamos suponer que sólo es algo que tenía que decir para cubrir su verdadera historia pero a mi me suena a que lo de hacerlo una mujer fue un cambio de ultimo momento para hacer más “interesante” el asunto. 
• Diablo, el fiel corcel del Caballero Negro, parecía bastante notorio por su inteligencia casi humana y la lealtad con que defendió a su amo, al grado de que Kalimán y Solín no podían olvidarlo. Pero al parecer, el escritor de esta historia si, porque de un punto acá, no vuelve a salir ni vuelven a mencionarlo (ni a dibujarlo, me parece que el villano hasta cambió de caballo). 
• ¿Cómo puede Kalimán usar su poder para crear ilusiones cuando trae la mascara puesta durante su encubierta ante el Caballero Negro? Para que el truco funcione, es necesario que halla contacto visual directo con las victimas. No se supone que surta efecto de otra forma ¿o si? 
• En el resumen del No. 54 con los hechos del número anterior, Kalimán y Solín aparecen haciendo trucos de equilibrio junto con los otros artistas pero se supone que ellos hicieron su número por su cuenta. 
• Nunca se muestra que pasó al final con Iván y su oso, Veruska, luego de que el Caballero Negro los encarcelara juntos. Se supone que Iván planeaba atacar primero y matar al oso antes de que enloqueciera de hambre y se volviera en su contra pero el escritor se olvidó por completo y no continuó esta irrelevante secuencia. 
• ¿Cómo es que Kalimán y Solín supieron que tenían que ir a la Laguna Negra para regresar a su época? A menos que el sacerdote Koang-Fù (del que nunca explicaron porque sabía tantas cosas sobre ellos) les haya dicho fuera de escena, no hay forma de que lo supieran (ya que el mismo demonio guardián les dijo que el medio de regresar era problema suyo). ¡Ni siquiera es el mismo punto por el que llegaron al pasado! 
• Vuelven a presentar portadas mentirosas con escenas que nunca ocurren dentro de la historia.

   

No fue así como Kalimán salvara a Suè-Lao de su precaria situación en el valle de los osos en el No. 40.

 


La osa nunca pelea con los lobos en el No. 41 para defender a Solín (fueron los otros los que defendieron a Kalimán y a Sué -Lao).



Y en el No. 69, la malvada que se disfrazaba de Caballero Negro no llegó a los extremos de rebanarle la mano a uno de sus subordinados para que no la abandonaran (si los atacó pero la dominaron fácilmente).


La portada del No. 63 no tiene problemas en eso pero si en sintaxis. ¿Planta caníbal? Creo que si fuera caníbal sería una planta que come otras plantas ¿no? 

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