martes, 14 de mayo de 2013

El Asesino Invisible: Primera Parte

Sin perder de vista el orden que iniciaron, la revista prosiguió con la presentación de la serie 20 de Kalimán, el Hombre Increíble, entrando a una aventura donde vuelve a enfrentarse a lo sobrenatural. 
Debo decir que el titulo es una completa mentira ya que apenas funciona como una metáfora que sólo llegan a mencionar una sola vez en toda la historia. Se da un retroceso a lo que encuentros con vampiros humanos con escenarios familiares pero no tan memorables como la vez anterior (es decir, en El Valle de los Vampiros, la segunda serie de Kalimán, sin duda, una de sus mejores aventuras). En comparación, esto es un episodio para olvidar donde da la impresión de que se la pasaban improvisando en cada número (otro guión original para la historieta, pero es como si fuera puro relleno en lo que pensaban en algo mejor). 
Continúan presentando los Kalimisterios que van tratando temas como los vampiros, los fantasmas, los OVNIs y su influencia en la cultura egipcia y la historia de la humanidad, las lámparas eternas, las esfinges, el guije, y hallazgos de artículos de culturas encontradas en zonas que no corresponden. Los retiran en el No. 94 para traerlos de vuelta en el No. 103, pero son puras repeticiones.

   

Kalimán, el Hombre increíble No. 65-86 

Kalimán y Solín viajan a Budapest, Hungría, con el fin de supervisar los resultados de las investigaciones del Profesor Magyar, que busca perfeccionar un corazón artificial. Son recibidos por su bella hija, Erika, pero al llevarlos a su laboratorio, lo encuentran desmayado a causa de gases tóxicos. Kalimán abre una ventana para prevenir el daño y el profesor reacciona, aludiendo un atentado contra su vida. Opta por dejar las explicaciones para otro día y procede para mostrarles un corazón de vampiro humano que había estado utilizando en sus investigaciones. Kalimán se muestra escéptico pero Magyar está muy convencido de su naturaleza, excitándose conforme le cuenta su historia. Erika lo convence de suspender la platica y da indicaciones para que sus invitados se instalen y descansen. En sus habitaciones, Kalimán le explica a Solín sobre los vampiros humanos y la única manera de destruirlos (la clásica estaca en el corazón) cuando escuchan un grito de terror. Salen a investigar, reencontrandose con Erika, contándoles que no es la primera vez que eso sucede y cree que la culpa es del corazón del vampiro humano cuya alma no puede descansar en paz. Comparte su preocupación por la salud de su padre, obsesionado con ese corazón, la presión del trabajo y la superstición ocasionada por la maldición del vampiro. Regresan a dormir y Kalimán ordena a Solín cerrar el pico cuando éste se pone a hacer demasiadas preguntas sobre lo que sucede. 
Otra de las preocupaciones de Magyar se presenta en la forma de reportes constantes sobre robos de cadáveres, los cuales son perpetrados por un jorobado y su cómplice, entregándoselos a un misterioso doctor. 
Kalimán y Solín vuelven a escuchar gritos, descubriendo que el mismo Magyar los produce, presa de una alucinación del vampiro, dueño del corazón que tiene en su poder. Fuerzan la entrada y descubren un pasadizo subterráneo, donde Magyar, aun excitado, les muestra la pintura del Barón de Kruger, el vampiro que murió mucho tiempo atrás, además del cofre que contiene sus cenizas.

   

Kalimán le indica olvidarse de eso y enterrar las cenizas, logrando calmarlo pero en cuanto el profesor tropieza, se escucha una carcajada aterradora (aunque Kalimán insiste en que sólo es el viento ¡pero que escéptico!). Vuelven a subir al cuarto y Kalimán lo interroga sobre los robos de cadáveres pero Magyar prefiere no compartir sus sospechas hasta tener evidencias concretas. Lo dejan un rato para examinar el corazón y cuando su mentor mira para otro lado, Solín puede percibir como éste late (pero cuando se lo informa a Kalimán, éste alega que debió ser producto de su imaginación). 
Al día siguiente, se reporta otro robo de cadáveres. Kalimán toma nota del caso, notando que han abarcado cadáveres del cementerio y de la misma morgue, empeñado en resolver el misterio y capturar a los responsables (metiche, como siempre). 
Esa noche, el jorobado (revelándose como el guardián nocturno de la morgue) y su cómplice planean robarse otro par de cadáveres de la morgue, empleando un método un tanto original (el cómplice mete en su auto a los cadáveres, vestidos para disimular que están muertos, haciéndolos pasar por acompañantes). Kalimán se introduce para interrogarlo (por supuesto, el jorobado niega saber algo, declarando no haber visto nada sospechoso). Solín se queda afuera y casi es atropellado por el cómplice, percatándose de los cadáveres que lo acompañan (informándole a Kalimán, quien por supuesto, no lo toma muy en serio). Una vez que han dejado los cadáveres en la cámara refrigerada donde los van recolectando, llaman a su jefe, el Dr. Herman, notificando y solicitando el pago acordado. El Profesor Magyar, sospechando de éste desde un principio ya que en su historial tiene el haber sido despedido por hacer experimentos con cadáveres sin autorización, confronta a Herman, advirtiéndole sobre sus intenciones de denunciarlo (obviamente, logrando que éste tome medidas inmediatas para impedirlo). 
En la noche, Kalimán, Solín y Erika escuchan los aterrorizados gritos de Magyar, nuevamente presa de la alucinación del espíritu del vampiro. Los tres irrumpen y Kalimán intenta tranquilizarlo, lográndolo a duras penas. Más tarde, desciende al sótano con Solín para revisar el retrato del Barón de Kruger, reparando en que ha cambiado su expresión y las cenizas en el suelo forman el símbolo de la muerte (inmerso en su escepticismo, el Hombre Increíble insiste en que alguien cambió el cuadro y que el símbolo es una coincidencia). Magyar no puede mantenerse quieto y escucha el latir del corazón del vampiro, perdiendo la cabeza, tomando una estaca con la intenciòn de destruirlo.

   

Erika y sus invitados presencian su momento de locura, excitándolo al grado de sufrir un infarto fatal. Kalimán lamenta su suerte y señala como responsable al… ¡asesino invisible! Esto no es más que una metáfora para aludir al miedo, el cual llevó a Magyar a la muerte, mas aclaro que obviamente fue infundado, detectando la evidencia en un tranquilizante que Erika le dio, comprobando que se trataba de una droga alucinógena que alguien puso ahí en algún momento con ese siniestro fin. Inmediatamente, asume que la razón era el conocimiento del profesor sobre los robos de cadáveres.
Pronto, tiene lugar el entierro y el Dr. Herman se adelanta para planear el robo del cuerpo de Magyar, dando indicaciones a sus cómplices. Cínicamente, se presenta a darle su pésame a Erika, encontrándose con Kalimán (el cual instintivamente sospecha de él). Después, mientras los dolientes siguen con el proceso, Herman se traslada a la casa de Magyar, desatando un incendio para llamar su atención. La distracción funciona para que el jorobado y su cómplice roben el cadáver del ataúd, rellenándolo con piedras. Al regresar, Kalimán se percata del cambio y exige que abran el ataúd. Acusa a Herman por la evidencia de su cercanía con el fuego que presentan sus ropas pero decide no insistir y dejarlo por la paz, de momento, jurando castigar a los profanadores. El cadáver de Magyar es llevado a la cámara refrigerada y el Dr. Herman ordena el robo de dos cadáveres más para la noche. Kalimán, Solín y Erika inspeccionan entre las ruinas que han quedado de la casa de Magyar, descendiendo al sótano, viendo el retrato del vampiro que parece haber recuperado su corazón (pero de nuevo, Kalimán insiste en que alguien debió haber cambiado el cuadro y lo rompe en su frustración).

   

El Dr. Herman se dirige hacia su patrocinador, el Barón de Kruger, un anciano nieto del vampiro humano que vive recluido en su tenebroso castillo con la única compañía de su sirviente, la siniestra Galia. El Barón teme a la muerte y ha contratado a Herman para que lo mantenga con vida a través de constantes transfusiones de sangre hasta que pueda averiguar otro método que además le permita rejuvenecer. Herman se pasa con sus comentarios insolentes, recordándole la maldición de su abuelo, la cual el Barón teme heredar, amenazando de muerte al doctor para que presente los resultados que quiere. 
Esa noche, los dos ladrones cumplen con su cometido, y Herman los invita a asistirlo en lo que comienza sus pruebas con el cuerpo de Magyar. Con descargas de electricidad e inyecciones de sangre a alta presión, el matasanos consigue que su corazón vuelva a latir, tomándolo como su primer éxito. 
Erika informa del robo a Kalimán y éste decide descubrir a cualquier costo a los responsables, a través del “Actus Mortis” que le permitirá hacerse pasar por cadáver, con el fin de llamar su atención. La comedia se realiza adecuadamente y la noticia no tarda en llegar a oídos del jorobado, que se adelanta a llamar al doctor para llevarle un cadáver muy sano. A solas, el Barón de Kruger teme que el espíritu de su abuelo se apodere de su cuerpo algún día. Galia aparece para revelar que ella misma conoce el ritual, ya que sería lo único seguro que lo salvará de la muerte, tentándolo con acceder a que la deje proceder. 

   

El anciano es demasiado cobarde y se rehúsa, depositando todas sus esperanzas en los experimentos del Dr. Herman. 
Tomando un coche, Solín y Erika siguen al de los ladrones cuando se apoderan del cuerpo de Kalimán, todo formando parte del plan. El cómplice del jorobado se percata de que lo siguen y hace una maniobra para que su vehículo caiga por el barranco, dándolos por muertos. Ambos la libran pero pierden el rastro. 
Dentro de la cámara refrigerada, Kalimán suspende el “Actus Mortis” y se da tiempo para recuperarse por haberlo prolongado tanto tiempo, para después considerar el predicamento de congelarse hasta la muerte. 
El cómplice se reúne con Herman y el jorobado, reportando lo que pasó y le ordenan regresar para cerciorarse de haber matado a los metiches. Mientras, Herman procede con el paso final para terminar de revivir a Magyar. Consigue su propósito pero el cerebro del profesor está entorpecido y reacciona como una bestia fuera de control, exhibiendo la fuerza sobrehumana que las cargas de electricidad le han dado. Herman intenta tranquilizarlo pero éste finalmente colapsa. El jorobado sugiere matarlo de nuevo pero Herman alega que sólo son síntomas de su resucitación improvisada, confiando en que al despertar le obedecerá como un perro fiel, considerando el tenerlo a su cuidado como si fuera su hijo. 
El cómplice descubre a Solín y a Erika, disparándoles con una pistola y ellos echan a correr, yendo a parar a una cripta, donde los deja encerrados para que mueran de asfixia. Regresa para reportar lo sucedido cuando Kalimán grita para llamar su atención, inquietándolo. Herman le ordena volver una vez y asegurarse de matar a los metiches pero el cómplice no se resiste a entrar al cuarto refrigerado primero. Kalimán lo sorprende y lo obliga a llevarlo con sus compañeros. Pasan al laboratorio donde sólo se encuentra el aun inconsciente Magyar. Aprovechando que Kalimán se distrae para examinarlo, el cómplice lo deja encerrado en el laboratorio. Herman y el jorobado son alertados y desde un vidrio que no refleja observan a Kalimán, asegurándose de que no escape al enviarle una descarga de electricidad cuando intenta romper la puerta.

   

Magyar se levanta, inmerso en una furia asesina y agrede brutalmente a Kalimán, causando destrozos que terminan por incendiar el laboratorio. Herman logra calmarlo e indicarle que escape junto con ellos por una salida subterránea secreta, dejando a Kalimán a su suerte. Sin el laboratorio y para eludir a la policía, la única opción de Herman es refugiarse en el castillo del Barón de Kruger. Asustados ante la mala fama del nieto del vampiro humano, el jorobado y su cómplice expresas sus intenciones de romper la asociación pero bajo amenaza de ser asesinados por el resucitado Magyar, no les queda de otra que cooperar ya que Herman no quiere exponerse a que lo delaten. 
Kalimán logra eludir el incendio y sigue el rastro de sus compañeros, deduciendo que están atrapados en la cripta, sacándolos justo a tiempo, cuando la asfixia ya les había provocado un desmayo. Les cuenta lo que pasó y Erika sugiere acudir con las autoridades mas Kalimán insiste en que ellos mismos sigan sus huellas, pasando por un cementerio donde Solín encuentra accidentalmente el túnel secreto que los pillos tomaron. Para entonces, Herman y compañeros han llegado a las puertas del castillo. Galia deja a sus perros guardianes, Satanás y Lucifer, cuidado al jorobado y su cómplice en lo que Herman tiene su audiencia con el impaciente Barón. Le presenta a Magyar como su primer intento de resurrección, alegando que en cuestión podría ir perfeccionando el proceso, solicitando permiso para instalar su laboratorio. Galia los lleva al antiguo laboratorio del castillo, y un antiguo ataúd llama su atención. Ella revela que en éste duerme su hijo Erik pero no les permite abrirlo. Por supuesto, en cuanto ella se retira, a los tres les gana la curiosidad, creyendo encontrar un tesoro, pero en efecto, sólo se trata del cuerpo incorrupto del hijo de Galia que murió hace veinte años, reconociéndolo como un vampiro humano por sus colmillos. 
Mientras, Kalimán y sus compañeros son victimas de una emboscada perpetrada por ladrones gitanos. La hermosa Lorena se encarga de hacer tiempo, advirtiéndoles del peligro que correr en esas parajes debido a la maldición del Barón de Kruger. Kalimán no se deja amedrentar y le permite que le lea su mano, dándole unas monedas a cambio, nada sorprendida de que ella vea muerte y peligros mortales en su futuro.

   

La presencia de la gitana despierta los celos en Erika, y ella lo aprovecha para humillarla al exponer sus callados sentimientos hacia Kalimán. Rosco, el novio de Lorena, y sus compañeros, no esperan más y atacan pero Kalimán los rechaza fácilmente y huyen (siendo inminente un reencuentro en el futuro). 
El trío sigue su camino y encentran a un grupo de monjes, siguiéndolos y observando como estos se transforman en murciélagos. Un anciano los aleja, utilizando una campana, advirtiendo que se encuentran en la “Catedral de los vampiros”, donde anidan los espíritus de las victimas del primer Barón de Kruger, esperando por el día en que podrán llevar a cabo su venganza. Sin más, les permite retirarse. Llegan al castillo y son recibidos por Galia en la puerta, negando saber algo sobre los criminales que buscan, amenazándolos de muerte para que se vayan y no regresen jamás. Herman le cuenta al anciano sobre la molestia que ha significado Kalimán, logrando que éste se interese en él (siendo preámbulo a su inevitable enfrentamiento). 
Como de momento el Barón de Kruger sigue dependiendo de las transfusiones de sangre, Herman le ofrece la de sus subordinados. Por suerte para el jorobado y su cómplice, su sangre no es del mismo tipo que la del Barón, por la que los dejan en paz y Herman los envía a la comarca cercana para que obtengan victimas, dando con una infortunada pareja. 
Kalimán y sus compañeros se trasladan a la comarca, pidiendo asilo, pero la gente es desconfiada y les cierran sus puertas, orillándolos a pasar la noche en un granero. Al despertar, una turba furiosa se ha reunido y los culpan del asesinato de la pareja, cuyos cuerpos, desangrados, fueron descubiertos al amanecer.

   

No les dan oportunidad de alegar inocencia, disponiendo de todo para colgarlos. Kalimán emplea el hipnotismo para asustarlos y escapar, ocultándose en una montaña. Los aldeanos se alejan y Kalimán indica buscar otro lugar donde descantar, buscando el campamento de los gitanos. Ahí, Lorena consulta las cartas, emocionada al enterarse de que volverá a encontrarse con Kalimán, pese a la presencia de la muerte que lo rodea constantemente. Rosco intenta echar a Kalimán y a sus compañeros cuando solicitan asilo pero el patriarca (padre de Lorena) impone su voluntad y los recibe amablemente. Sintiéndose humillado y percibiendo la atracción que su prometida siente por Kalimán, Rosco jura venganza. 
En el castillo, el Barón de Kruger se repone gracias a la sangre drenada pero su preocupación sobre ser poseído por el espíritu de su abuelo persiste. El Dr. Herman descubre a Magyar encolerizado y decide ponerlo a trabajar, enviándolo a buscar más victimas para seguir extrayendo el sustento para el viejo cascarrabias. 
Ya respuestos, Kalimán y sus compañeros parten del campamento, ignorando que Rosco los sigue sigilosamente, tendiéndoles una trampa en los pantanos. Derriba el puente cuando Kalimán estaba cruzando, hundiéndose prontamente.

   

El gitano arroja a Solín y se dispone a cometer otro tanto con Erika pero ella echa a correr y cuando la alcanza, aparece el Profesor Magyar. Viendo que sus golpes no suerte efecto en el resucitado, Rosco prefiere huir. Reconociendo levemente a Erika, el monstruo no le hace ningún daño y emprende el camino de regreso. Utilizando su turbante, Kalimán logra sacarse así mismo del pantano junto con Solín, reuniéndose con la joven para calmarla y seguir las huellas de Magyar, directo al castillo. 
Magyar regresa muy alterado y Herman lo tranquiliza nuevamente antes de encerrarlo en una celda por precaución. Mientras, el jorobado y su cómplice conspiran para escapar a la vez que Galia se mantiene a la espera de la resurrección de Erik y que el espíritu del primer Barón de Kruger reencarne, realizando un ritual satánico de invocación.

   

Kalimán y sus compañeros se introducen en el castillo, siendo recibidos por Lucifer y Satanás. El Hombre Increíble da cuenta de ellos con sus dardos somníferos y se oculta con Solín y Erika en lo que Galia los revisa. El jorobado y su cómplice estaban por escapar cuando se topan con Kalimán y éste los somete inmediatamente, amenazándolos para que revelen el nombre del doctor que les ordenaba robar los cadáveres.

   

El jorobado está por cantar cuando, desde la ventana del castillo, el Barón de Kruger lo mata de un tiro certero, repitiendo otro tanto con su cómplice. Galia los hace pasar ante su presencia y el anciano se justifica alegando que en la comarca no hay más autoridad que la suya, por lo que estaba en su derecho de asesinar al par de delincuentes que merodeaban en su propiedad, negando cualquier relación con ellos (al igual que el Dr. Herman, al que hacen pasar como su medico de cabecera). La audacia de Kalimán impresiona al barón, permitiéndoles pasar la noche como sus invitados, ocultando sus siniestras intenciones (obtener su sangre para seguir prolongando su vida). Galia los lleva a sus habitaciones, advirtiéndoles que no intenten salir (haciendo ver sutilmente su situación como prisioneros). Desde su habitación, Erika divisa a su padre resucitado, cargando con los cuerpos de los dos delincuentes para desaparecer la evidencia pero al estar encerrada, no alcanza a contar nada. 
Kalimán y Solín no tardan en desobedecer, saliendo para inspeccionar el lugar, cuando tienen un breve avistamiento del espíritu del vampiro, tocando el órgano. El vampiro los percibe y se lanza sobre Kalimán, amenazando con su próximo regreso al plano terrenal, desapareciendo cuando irrumpe su nieto. Negándose a hablar sobre su abuelo, el anciano les indica que no vuelvan a entrar a esa habitación. Kalimán no puede negar las marcas en su cuello, inquieto mientras regresan a su cuarto para descansar, consciente de que el espíritu del vampiro puede habitar un cuerpo nuevo, desde Solín hasta Erika. 
Galia entra a la habitación de Erika y le inyecta una droga para hacerla dócil y susceptible como parte de un ardid, disimulando cuando Kalimán y Solín irrumpen, preocupados por su estado. 
Después de deshacerse de los cadáveres, Herman deja a Magyar en una cueva, ordenándole no volver al castillo para no complicar las cosas. 
Galia se reporta con el barón, procediendo su plan cuando Erika acepta quedarse una temporada en el castillo, aludiendo razones personales. Kalimán se desconcierta, y junto con Solín, resiente el trato frio y despectivo que Erika empieza a demostrar hacia ellos, sospechando que algo le han hecho para controlarla. Intentan iniciar con la inspección del laboratorio de Herman cuando solicitan la presencia de Kalimán, fingiendo que la salud del Barón está delicada y necesitan un donador de sangre con urgencia.

   

Kalimán se ofrece, cayendo en la trampa sin darse cuenta. Mientras, Solín da con el ataúd donde reposa el niño vampiro, creyendo que es un chico normal que eligió un extraño lugar para dormir (¿Cómo puede ser tan imbécil?). 
Galia prosigue con su dominio sobre Erika, llevándola a la tumba donde murió una mujer llamada Erika Magyar, alegando que era su madre, contándole la historia de que era un vampiro humano que murió al tropezar sobre una estaca cuando huia de una furiosa turba. Le hace prometer visitar la tumba para honrar su memoria, ignorando que Lorena (que rondaba por ahí en espera de volver a ver a Kalimán) ha atestiguado todo. Tras la transfusión, Kalimán se reúne con Solín pero no tiene tiempo de escuchar sobre su encuentro con el otro niño, tratando de hablar con Erika, mas ella sigue despreciándolos para convivir solamente con Galia. Sin más, el Hombre Increíble revisa los alrededores, intentando hallar al resucitado Magyar, topándose con Lorena que lo entera de lo que pasa con Erika, mostrándole la tumba de su homónima. Kalimán le agradece y le indica regresar al campamento, ignorando que todo el tiempo el monstruo estuvo espiándolos.

   

La sangre de Kalimán revitaliza al Barón de Kruger, al grado de poder levantarse solo de su silla, expresando sus intenciones de hacerlo su prisionero para seguirle sacando sangre indefinidamente.

   

Mientras, Solín regresa al laboratorio y cumple la profecía proferida por Galia sobre la resurrección de su hijo (al pincharse el dedo accidentalmente el menso). Erik despierta y se aprovecha de la ingenuidad de Solín para hacerlo su victima, fingiéndose su amigo y haciéndole prometer que mantendrán sus encuentros en secreto. 
Kalimán confronta al Barón para inquirir sobre el interés de Erika en quedarse y lo de la tumba de su supuesta madre, a lo que el anciano alude un deseo natural de una hija para estar donde su madre pasara sus últimos días (aunque no aclara que relación tenían exactamente con ella). 
Galia obliga a Erika a participar en un ritual de invocación para que el espíritu de su madre regrese y se apodere de su cuerpo (en apariencia, todo es sugestión hipnótica que realiza a través de su influencia sobre la joven).

   

Kalimán busca a Solín que sigue en compañía de Erik, invitándolo a perseguirlo hasta una caverna llena de calaveras. Ahí, Erik pretende beber la sangre de Solín, quien sigue creyendo que todo es un juego.

   

Empieza a amanecer y Erik debe regresar a su ataúd, recordándole su juramento de seguirlo visitando en secreto. Se encuentra con su mentor pero debido a su promesa no puede contarle nada y Kalimán decide no presionarlo y limitarse a regresar al castillo. Entran a la habitación de Erika, cansada después del ritual. Galia intenta disimular lo que hacían pero Kalimán se da cuenta y su inquietud aumenta. Los gritos del Barón de Kruger, haciendo una escena ante la lentitud de los resultados del Dr. Herman, llaman la atención de Kalimán y su pupilo, bajando para intervenir. Tras exponer su opinión sobre lo peligroso que es luchar contra las leyes de la naturaleza, Kalimán acepta donar otro litro de su sangre para el barón. Solín se retira y la transfusión procede, pero ahora le inyectan un narcótico para dejarlo inconsciente. Kalimán se resiste al notar que están sacándole más sangre de lo acordado pero Herman lo noquea con un candelabro y el proceso continua.

   

Una vez terminado, arrastra el cuerpo de Kalimán hasta una celda. Mientras, sugestionada por Galia, Erika se prepara para seguir los pasos de su madre, creyéndose convertida en un vampiro humano. 

 Continuará…

 

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