jueves, 16 de mayo de 2013

El Faraón Sagrado: Primera Parte

Un viejo escenario familiar es presentado para la serie 21 de Kalimán, el Hombre Increíble: Egipto, con todo su esplendor y misterio (así es, momias y pirámides). Una trama intrigante y atrapante que gira alrededor de una profecía cuyo cumplimiento difícilmente tendrá lugar cuando Kalimán anda en el caso. Después de pasársela algunos números en repeticiones de Kalimisterios, para variar, ofrecen una miniserie, Pesadilla en Belmez, historieta que van presentando página por página, centrada en un misterioso caso de “teleplastia” aparente (que al final resulta ser más bien cosa del más allá), desde el No. 109 al 120.

   

Kalimán, el Hombre Increíble No. 96-116 

Kalimán y Solín viajan a Egipto, pasando por las pirámides y el Rio Nilo donde el Hombre Increíble se la pasa explicándole a su pupilo (y a los lectores) una serie datos históricos y arqueológicos. La finalidad de Kalimán es descifrar el enigma de la tumba de Tután-Kop, un faraón egipcio de mala fama cuya pirámide ha permanecido oculta, enterrada sobre la arena, aludiendo una profecía que anuncia la próxima revelación de la misma y la resurrección del faraón, trayendo de vuelta su gobierno de opresión y tiranía. Kalimán espera al ocaso en un punto especifico para percibir la señal que indica la ruta que deben tomar, directo hacia Luxor, el Valle de los Reyes. En el camino, encuentran una antigua momia que aparentemente había estado caminando por el desierto, con la marca de Tutan-Kop en su frente y llevando un cetro sagrado, intrigándolos sobre su significado cuando ésta se hace polvo ante sus ojos. Sigan adelante y Kalimán espera por otra señal que los guía hasta otro punto.
Un grupo de misteriosos guerreros con facha de antiguos egipcios acechan, divisándolos e identificándolos como intrusos extranjeros, condenándolos a muerte en nombre de Tután-Kop. Un simún de arena se presenta inexplicablemente, haciendo peligrosa la travesía por el desierto. Kalimán protege a Solín para resistirla pero pierden a los camellos, viéndose en problemas para continuar al haberse quedado también sin víveres ni agua. Eventualmente, encuentran un gigantesco embudo, al que Kalimán inspecciona de cerca, deduciendo que a través de ese artefacto provocaron el simún.

   

Dan con un oasis donde Solín está a punto de beber el agua cuando Kalimán advierte que está envenenada, deteniéndolo a tiempo. Los guerreros egipcios les tienden una emboscada y Kalimán los enfrenta. Superados en número y con la vida de su compañero en riesgo, el Hombre Increíble emplea una táctica para despistarlos pero al poco rato, vuelven a rodearlos.

   

Intentan escapar y terminan quedando atrapados en arenas movedizas, creyéndose perdidos. No es así y entre la arena, descienden hacia una enorme caverna, explorándola para encontrar la salida. Encuentran comida que les dejaron a propósito, y Kalimán deduce que es una señal de que los vigilan. No tardan en aparecer varios nativos de Libia, capturándolos en sus redes para indicarles que ahora serán sus esclavos, arrastrándolos desde una góndola. Kalimán espera a una oportunidad para escapar con Solín a través del agua, sumergiéndose y eludiendo sus lanzas. Pasan por una cascada hasta dar con un túnel que creen los llevará a la salida, pero sólo es un punto donde los estaban poniendo a prueba para demostrar que servirán como esclavos. Kalimán se niega y enfrenta al capataz, pero los otros lo someten y le aplican un terrible castigo, dejándolo inmovilizado a merced del sol con sal en la cara, en peligro de enloquecer o quedar ciego. Solín es incorporado con los otros esclavos que trabajan en las minas, conociendo a uno que le cuenta sobre la profecía de la resurrección de Tután-Kop, razón por la que los tienen así, predisponiendo de todo al buscar joyas que adornen su nuevo templo. Durante el descanso, Solín trata de compartir su ración de agua con Kalimán pero se lo impiden y como éste no terminó de doblegarse, el capataz amenaza con matar al chico. Como siempre, Kalimán cede por la vida de Solín y se une a los esclavos, pero advirtiendo que escapará a la primera oportunidad. Esta no tarda en llegar y convencen a los esclavos de ayudarles a meterse en uno de los carros para trasportar las piedras. Son descubiertos y al intentar escapar se exponen a un peligro mayor al ponerse en el camino de la trituradora.

   

Gracias a la audacia de Kalimán se salvan y acaban cayendo por otra cascada, llevándolos de vuelta al desierto. Kalimán recupera la consciencia y alerta a Solín de la proximidad de los feroces perros del desierto, defendiéndose como puede de su ataque, viendo que para detenerlos tendrá que matarlos. Gracias a la intervención de un par de viajeros beduinos no tiene que hacerlo, ahuyentando a las fieras con sus disparos. Los invitan a acompañarlos, compartiendo su transporte y alimento, mas todo es un ardid para que se confíen y asaltarlos cuando descansan en el oasis. Kalimán los pone en su lugar pero les ofrece su daga enjoyada como pago por su ayuda, reanudando su misión con Solín. Los beduinos los siguen a distancia, observando cuando Kalimán y Solín aguardan a que el efecto del “Ojo de la aguja” entre en acción, señalándoles la tumba que están buscando. Mediante sus conocimientos sobre el diseño de las pirámides, Kalimán abre una entrada y dirige el camino, descubriendo que la fecha en que resurgiría el imperio de Tután-Kop ha sido borrada y que robaron su momia al hallar su sarcófago vacio. Encuentran a los beduinos, dispuestos a tomar las joyas que tienen a la vista, haciendo caso omiso de la advertencia de Kalimán, siendo victimas de las serpientes escondidas que colocaron en calidad de guardianes. 

   

Un grupo de santones se percatan de la pronación de la tumba y para eludirlos, Kalimán y Solín se ocultan en el sarcófago vacio, esperando a que se retiren. Al bloquearles la salida, no les queda más que buscar otro camino, siguiendo las huellas de los que robaron la momia. Entran por un pasaje que los lleva a una cámara repleta de momias, notando que algunas no están del todo embalsamados, indicando ser obra reciente. Se esconden al ver aparecer al responsable, el medico Tabor, presenciando su operación para reblandecer una de las momias que formaban parte de la corte de Tután-Kop, dando la impresión de estar con vida (una ilusión que para Kalimán no tiene sentido). Una momia se mueve detrás de Solín y Kalimán la enfrenta, comprobando que está dotada de fuerza sobrehumana e inmunidad al dolor, logrando controlándola al apoderarse de una antorcha. Tabor y sus guardias los descubren. Kalimán se enfrenta a ellos pero se rinde inmediatamente cuando Tabor amenaza la vida de Solín, siendo descontado por otra momia. 

   

Tabor ordena que los amarren para echarlos al aceite. Kalimán reacciona a tiempo para ponerse a salvo pero su situación sigue siendo precaria. El capitán de guardias interviene, regañando a Tabor por realizar ejecuciones sin autorización, impresionado ante la audacia de Kalimán. Le ofrece evitar la esclavitud formando parte de la guardia de Nefris, su reina y representante de Tután-Kop, mediante una prueba. Kalimán acepta y mientras se ocupa, Solín es dejado al servicio de Tabor para asistirlo en sus labores. Tabor lleva a Solín a su centro de trabajo, indicándole que si intenta escapar, sus momias lo matarán. Le encarga vigilar a un anciano moribundo para que le avise cuando esté próximo a morir. El viejo se dirige a Solín, revelándole que es el último descendiente vivo de Tután-Kop y que al nacer le hicieron la trepanación para insertarle un diamante que simboliza el poder del faraón, mismo que los superiores de Tabor necesitan para llevar a cabo sus planes perversos. Le pide esperar a una oportunidad durante la operación (siendo vital que le extirpen el diamante mientras muere) para apoderarse del diamante sin que Tabor lo vea.

   

Una vez efectuada, Solín cumple la misión sin despertar sospechas, inquieto ante la posesión de un objeto con tanto poder.
Ramès lleva a Kalimán ante una ruleta para decidir su destino a través de los signos astrales. La suerte pone a Kalimán a emprender el reto de Tauro, un enorme toro al que debe derrotar. 

   

La bestia es descomunal y el Hombre Increíble se ve en dificultades, eludiendo apenas sus embestidas, optando por romperle una pata para detenerlo sin matarlo. El capitán pretende felicitarlo pero Kalimán no quiere más juegos y exige saber más sobre Nefris, negándose a creer el cuento de que el faraón ya ha resucitado y la ha elegido para gobernar su imperio. Kalimán es engañado y conducido por un camino donde queda a merced de otro capataz de esclavos que intenta adiestrarlo a latigazos. Kalimán invierte los papeles, atacándolo con su propio látigo pero llama a los guardias y lo descuentan, dejándolo en un pozo, a merced de las ratas. Despierta y se defiende de los roedores pero el verdadero peligro son las “ratas humanas”, esclavos enloquecidos por el hambre, dispuestos a luchar hasta la muerte con tal de poner fin a su sufrimiento. Kalimán emplea sus poderes mentales para despojarlos de la necesidad de comer, logrando que razonen y le cuentan como funciona el sistema de esclavos, siendo ellos la casta más baja (ya que los obligan a pelear por su comida y los que no alcanzan nada, terminan encerrados ahí). Les pide que lo guíen con el resto de los esclavos a través de estrechos túneles, tocándole defender a una joven y débil esclava a la que no dejaban comer. Amenazando a uno de los guardias, Kalimán lo obliga a que ordene que les den de comer a todos, iniciando una revuelta que no tardan en informarle al capitán Ramès (¿Qué no era Simàn?). 
La joven se presenta como Vanesa, compartiendo su historia con Kalimán, revelando ser hija de un arqueólogo, incorporándose a la expedición que terminó con la muerte de su padre y ella como esclava. Kalimán jura protegerla cuando Ramès prepara una trampa. Kalimán sale al exterior, viéndose en medio de la recreación de una ciudad egipcia pero no tarde en caer a un foso donde se las ve con una furiosa cobra. La domina y ésta acaba mordiendo el brazo de Ramès, condenándolo a que Tabor se lo ampute para salvarle la vida. Sediento de venganza, dirige a los guardias en un ataque ventajoso contra Kalimán, sometiéndolo con el fin de amputarle ambos brazos. 

   

Nefris, la soberana autoelegida, finalmente hace su aparición, impidiendo el castigo. Kalimán la impresiona al dirigirse a ella con respeto, halagándola por su belleza. Le perdona la vida bajo la condición de ponerlo como esclavo en las labores más pesadas. Kalimán decide obedecer esta vez, esperando así poder investigar un poco más por su cuenta, tomando el lugar de varios esclavos para acarrear los enormes bloques.
Tabor informa a Nefris que no encontró ningún diamante en la cabeza del anciano, alegando que todo fue un mito. Nefris no lo cree, consciente de que necesita la joya para proclamarse faraona con el poder de Tután-Kop, proponiendo realizar un sacrificio humano para que Amón-Ra los ilumine. Prontamente, eligen y preparan a Vanesa para arrojarla a los aguas del rio.
Desde su puesto de trabajo, Kalimán alcanza a divisar a la momia robada de Tután-Kop. El capataz llama su atención para que no mire lo que no debe cuando tiene lugar la ceremonia de sacrificio. Reconociendo a Vanesa, Kalimán manda todo al demonio para salvarla, echándose un clavado al rio para sujetarla, resistiendo las fuertes corrientes hasta dar con tierra firme.

   

Los guardias los pescan y descuentan a Kalimán, golpeándolo con sus remos, trayéndolos de regreso. 
Mientras, Solín sigue al servicio de Tabor, esperando una oportunidad para escapar y reunirse con Kalimán. Aprovechando la ausencia del medico, desata un incendio pero una de las momias se lanza contra él. Sólo el regreso de Tabor lo salva y los guardias no tardan en controlar el fuego. Furioso porque varias momias fueron destruidas, ordena que encierren a Solín en un calabozo para castigarlo, negándole agua y alimento, indicando que cuando muera será embalsamado y convertido en una momia más.
Kalimán es llevado con Nefris pero antes pasan con Tabor, molestándole al contarle sobre sus planes para Solín. Kalimán establece comunicación telepática con su pupilo, proyectándose astralmente para indicarle mantenerse fuerte y sobreponerse al tormento que piensan desatar sobre él.

 

Regresa a su cuerpo, a tiempo para la audiencia con Nefris, demandando una explicación por interferir en el sacrificio. Kalimán vuelve a dirigirse a ella con respeto para apaciguarla pero esta vez Nefris se deja llevar por sus consejeros, incitándolo a condenarlo a muerte. Kalimán pide que le permitan luchar por la vida de Vanesa, haciendo una demostración de su fuerza al romper la tabla el potro con que lo restringían. Nefris accede pero le advierte que se arrepentirá de ello, anunciando que morirá bajo el signo de Leo.
Para prepararlo, llevan a Kalimán a un profundo pozo para debilitarlo a través del aislamiento en la oscuridad, rodeado de huesos humanos. Mientras, Solín y Vanesa resisten sus respectivos tormentos, poniendo todas sus esperanzas en el espíritu inquebrantable de Kalimán.
A pesar de su titulo, se revela que el trono no está predispuesto para Nefris, sino para su hermano Simué, un enano jorobado que ambiciona ese puesto más que nada, invadido por la paranoia al suponer que ella pretende matarlo (demostrando no estar equivocado, ya que Nefris no piensa permitir que alguien como él se convierta en faraón, opinión respaldada por sus consejeros).

   

El momento de pelear llega y arrojan a Kalimán a otro foso después de comparecer ante Nefris. Su oponente es Leo, una monstruosa bestia con aspecto de esfinge. Arrojan a Vanesa para que, efectivamente, luche por su vida, defendiéndola de la voracidad de Leo.

   

Mediante sus dardos somníferos, Kalimán logra derribar a la bestia (con mucha dificultad, ya que requirió más de un dardo para caer) pero Nefris y sus consejeros no están satisfechos con el resultado. Entran los guardias para someterlo pero esta vez Kalimán se impone, pasando a través de ellos, perdiéndose en el complicado laberinto del lugar.
Los consejeros objetan, alegando que la furia de Amón-Ra caerá sobre ellos mientras Kalimán siga con vida y no podrán encontrarlo en los laberintos. Tabor propone una solución a cambio de que lo asciendan a sacerdote supremo del templo de Isis, utilizando a Solín. Siguiendo sus instrucciones, los guardias bajan al laberinto, gritando que el chico morirá si Kalimán no se presenta. Tabor ordena que saquen a Solín de la celda, dispuesto a convertirlo en momia, sedándolo y envolviéndolo en asfixiantes vendajes.
Nefris y sus consejeros descienden al foso de Leo, creyendo muerta a la bestia, otra superstición que los mortifica ya que representa a uno de sus dioses. Pasando el efecto del dardo somnífero, la bestia arremete contra uno de los consejeros y Nefris lo deja morir, cumpliendo así el sacrificio humano que prometió (en efecto, es una maldita).

   

Kalimán y Vanesa dejan su escondite para proceder con el rescate del chico. Indicándole a la joven permanecer oculta, Kalimán usa sus ilusiones para despistar a los guardias, internándose en el territorio enemigo. Vanesa se queda escondida, esperando, en lo que Kalimán se dirige a las salas de momificación. Ahí encuentra a Tabor, burlándose al decirle que ya convirtió a Solín en momia, invitándolo a buscarlo entre su colección. Furioso, el Hombre Increíble lo agrede y amenaza, logrando que confiese la verdad.

   

Kalimán va a salvar a su compañero pero no alcanza a liberarlo cuando las momias esclavas de Tabor lo someten a golpes, preparando todo para que comparta la misma suerte que Solín.
Desde su escondite, Vanesa se ve atraída por el sonido de los canticos de Simué a la momia de Tután-Kop. La descubre y la toma por una espía de Nefris. Vanesa lo niega y termina mencionando el nombre de Kalimán y como se opuso a su hermana, tranquiliza al enano, el cual decide hacerla su esclava personal en lo que la obliga a acompañarlo para rezarle a la momia.

   

Con Kalimán y Solín inconscientes y vendados, Tabor los lleva a una cámara mortuoria que deja cellada, volviendo con Nefris para reportar el hecho, esperando su recompensa. Nefris enardece, reclamando que se suponía que los sacrificarían en honor a Amón-Ra pero dentro de esa cámara será imposible recuperarlos.

   

Dentro de la cámara, Solín es el primero en despertar y ponderar su situación, atrapados y restringidos, condenados a morir de asfixia.

 Continuará… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario