Los criminales son recibidos en la aldea cercana al templo, y Radamés se hace pasar por el elegido de Kali para evitar encontrar oposición de parte de los miserables fanáticos (aunque su facha de bandidos es demasiado evidente). El patriarca pone en duda su veracidad y prontamente Zulma envía a Perla para eliminarlo, haciendo parecer que fue victima de la “maldición de Kali” por cuestionarlo. Para acceder al templo, separado por un profundo barranco, se suponía que un rayo de luz se proyectaría ante el elegido pero Radamés prefiere esclavizar a los aldeanos para que construyan un puente, el cual realizan en tiempo record (muriendo algunos en aparatosos accidentes por las prisas).
El grupo de Kalimán se aproxima y se despiden del elefante, dejándolo en la selva en lo que siguen el resto del camino a caballo, siendo todavía acechados por los hombres-tigre.
Con el puente terminado, los Jinetes del Terror cruzan fácilmente para entrar al templo, subestimando la advertencia en la entrada donde se les una ultima oportunidad de retroceder bajo el riesgo de desatar la ira de Kali. Abren la primera puerta y son atacados por un perro ciclope que se alimenta de carne humana. Radamés entra en pánico pero sus hombres se imponen y matan a la bestia para seguir adelante, dejando atrás a los dos primeros en morir (ya que cada puerta tendrá una trampa mortal).
Kalimán envía al halcón para que vuele sobre el templo y confirme la presencia de los villanos, quienes siguen con su intromisión. Un guardian de cuatro brazos que se hace llamar el “Hijo de Kali” (sin parentesco, sólo es un fenómeno que ha enloquecido al vivir solo en el templo mucho tiempo, obsesionado con protegerlo contra los intrusos) deja caer un bloque sobre ellos, matando a otro par de lacayos, sin que alcancen a divisarlo. Empeñados en proseguir, dan con la segunda puerta y Zulma ordena a otro de sus hombres que la abra, tocándole morir en su lugar, aplastado por unos escombros. Sigue un paso a desnivel donde pierden a más hombres cuando el “Hijo de Kali” troza la escalera y esta vez Zulma consigue divisarlo (mas Radamés se pone escéptico al describir su figura como la de una “araña humana”). Descansan en un siniestro jardín de arboles resecos, vislumbrando brevemente al halcón (que se devuelve enseguida para notificar a Kalimán). Zulma ordena que algunos se regresen para traer a sus serpientes mientras permanecen ahí, ignorando que el guardián no descansará hasta eliminarlos a todos.
Tras recibir el reporte del halcón, el grupo de Kalimán pasa por la aldea donde sólo los miran con desconfianza y llegan hasta el puente, ocultándose al ver a dos guardias custodiando, optando por buscar otra entrada al templo al irse por el barranco. El guardián los descubre y arremete contra ellos desde arriba, bombardeándolos con pesadas piedras. Kalimán protege a sus compañeros, buscando un punto donde ponerse a salvo, pero terminan sepultados bajo las rocas. Dándolos por muertos, el “Hijo de Kali” regresa con los criminales, no sin antes pasar ante una figura de Kali para rezarle con devoción.
Los Jinetes del Terror toman antorchas para salir del siniestro jardín y dar con la tercera puerta cuando son golpeados por un fuerte viento provocado por el guardián, empleando extraña música de flauta que casi los vuelve locos. Los villanos resisten y cuando termina la tempestad, descubren que algunos de sus hombres han muerto, aparentemente estrangulados por las ramas de los arboles (como casi le pasó a Zulma).
De vuelta con Kalimán y sus compañeros, una vez que el Hombre Increíble se repone de la lluvia de rocas, cava para encontrar la entrada subterránea, llevándolos a una cueva llena de artículos y ropas antiguas de la realiza (con sus respectivos cadáveres). Solín y Yadira eligen trajes para ponerse mientras Kalimán toma una nueva esmeralda para su turbante y siguen adelante, subiendo a unas escaleras que los llevan ante un obstáculo terrible en la forma de gatos siameses gigantes. Los furiosos felinos los atacan y tienen que apresurarse a subir una reja para eludirlos, procediendo un salto hacia otro edificio conforme la estructura va derrumbándose (Solín se paraliza de miedo pero Kalimán lo anima a dar el salto justo a tiempo).
El guardián confirma que los intrusos siguen con vida y se anticipa a asegurarse de que no puedan escapar, derribando el puente (justo cuando los refuerzos de los Jinetes del Terror acababan de cruzar).
Mientras, Zulma y Radamés por fin están ante la tercera puerta y conminan a uno de sus hombres a abrirla, muriendo al activar la trampa en la que estatuas de arqueros lo ensartan con sus flechas. Los villanos deciden quedarse a esperar a los refuerzos cuando son atacados por feroces tarántulas.
Kalimán y sus compañeros entran al jardín y se mantienen escondidos en lo que los refuerzos se asientan y reanudan el camino para reunirse con los demás. Al quedarse solos, los arboles los atacan, intentando estrangularlos, pero la fuerza del Hombre Increíble se impone para resistirlos, liberando a sus compañeros (y de paso revelando que los arboles son humanos transformados, ya que derraman sangre).
Zulma y Radamés ven sucumbir a sus hombres ante las tarántulas (además de que en un descuido se perdieron todas las serpientes de Zulma, quedándole sólo la fiel Perla) pero los refuerzos acuden y eliminan a la mayor parte de los bichos.
Afuera, los hombres-tigre asesinan a los guardias del puente derribado y encuentran otra entrada para persistir en su misión de regresar a Solín a su aldea.
Dentro del templo, Kalimán vuelve a encomendar al halcón localizar a los villanos, tomándose tiempo para descansar y alimentarse con el agua y comida que han dejado para los espíritus de los muertos (pese a que nadie aseguraba que hubiera alguien atendiendo el templo desde hace siglos).
Los bandidos dan con la cuarta puerta cuando el halcón no se aguanta las ganas de atacar a Radamés, teniendo la oportunidad de herirlo en el brazo. El ave huye y Zulma se indigna ante las quejas de su amante, abriendo ella misma la puerta que muestra un claro despejado con tesoros de Kali en un extremo. Radamés se precipita a tomarlos, hundiéndose en el pantano acondicionado como trampa.
Sus hombres lo rescatan ante la impotencia de Zulma y juntan troncos para pasar por encima y seguir con su camino.
El halcón es victima de la carnada que le pone el “Hijo de Kali” para capturarlo (tomándose muy en serio lo de no dejar que ningún intruso en el templo sobreviva, ni siquiera los pájaros), convirtiéndose en carnada a su vez cuando Solín, separándose de sus compañeros, lo divisa e intenta sacarlo, cayendo en las garras del guardián. Kalimán y Yadira alcanzar a escuchar sus gritos de auxilio y corren para ayudarlo. Solín es colgado y amordazado y mientras su mentor lo libera, le sale el guardián, armado hasta los dientes.
Kalimán forcejea con el fenómeno, tratando de dominarlo, pero éste se resiste y lo golpea en la cabeza con una piedra, escapando y acomodando los bloques para dejarlos atrapados. Kalimán se repone y libera al halcón, buscando otra salida.
El guardián regresa con los criminales, frustrado al ver que ninguno murió en el pantano. Ellos se toman un descanso cercas de una fuente, comprobando que el agua está envenenada cuando Radamés hace que uno de sus hombres la pruebe (con tantos matones que están dejando morir por ello uno pensaría que tienen que estarles pagando mucho para que los demás no los hayan abandonado desde cuando…). Zulma percibe que son vigilados y ordena a todos actuar con naturalidad en lo que envía a Perla para encontrarlo y sorprenderlo. El “Hijo de Kali” es apresado por los bandidos y lo obligan a servirles de guía.
Kalimán y sus amigos logran salir de su prisión pero ahora les toca enfrentarse a los hombres-tigre. Ponen resistencia y el halcón vuelve a ayudarles, escapándose hasta el punto del pantano, usando el improvisado puente que dejaron los bandidos para retirarlo y dejar atrás (por un rato) a sus perseguidores.
Con el guardián, los villanos llegan a la quinta puerta, conocido como el “Templo de las Campanas”, obligándole a revelarles la trampa oculta (una cuerda en el suelo que activa las campanas, sonando incesantemente hasta enloquecer a los intrusos, quedando atrapados ahí cuando la puerta se cierra automáticamente). Sin más, prosiguen rumbo a la sexta puerta, pero Kalimán y sus amigos, al no saber nada, son victimas de la trampa cuando Yadira la activa con su torpeza.
Rápidamente, el Hombre Increíble cancela temporalmente su sentido del oído para abrir una salida por la fuerza, cargando con sus compañeros que se desmayaron.
Mientras, el “Hijo de Kali” guía a los malvados al interior de la sexta puerta, dando a otro jardín donde pronto se hace presente la “muerte con alas”, un enjambre de avispas carnívoras que arremeten contra ellos. Irritado, Radamés le clava su espada al guardián por la espalda para desquitarse en lo que ponderan su inminente fin.
Kalimán y sus compañeros escuchan sus gritos y acuden enseguida, contemplando como las avispas han dado cuenta de los Jinetes del Terror, reducidos a esqueletos. Zulma y Radamés se salvan (al igual que Perla, merodeando cerca) al meterse en un estanque, esperando a que se haga de noche para que se retiren los bichos.
Kalimán y sus amigos buscan refugio, teniendo la misma idea, y para pasar el tiempo, el Hombre Increíble vuelve a contar lo de la profecía (ya van como tres o cuatro veces que la repiten ¿Qué diferencia haría a estas alturas?). Escuchan los gemidos del “Hijo de Kali” y Kalimán, generoso y compasivo, extrae la espada y trata sus heridas, dejándolo recuperarse (con todo, el guardián es obsesivo y ni por ese gesto de bondad puede dejarlos salir con vida).
Llega la noche y Solín revisa los cadáveres, preguntándose si Zulma y Radamés estarán entre ellos cuando la pareja sale y lo captura. Siguen con Yadira, y proceden con su cobarde plan de obligar a Kalimán a cooperar o sus amigos se mueren.
El Hombre Increíble no tiene otro remedio y los acompaña hasta la séptima puerta, la cual tiene una segunda puerta que sólo puede abrirse moviendo una manivela para la que se requiere el equivalente a la fuerza de veinte hombres. Como la de Kalimán equivale a la de cincuenta (¿en serio?), le ordenan abrirla el mismo, y de nuevo tiene que obedecer.
Mientras, el enloquecido guardián encuentra a los hombre-tigre y los acribilla con flechas, matando a la mayoría. El único sobreviviente se oculta y lo sorprende, enseñándose con él, hiriéndolo gravemente.
Finalmente, Zulma y Radamés (así como Kalimán y sus compañeros), contemplan el templo mayor de Kali, maravillados ante los tesoros de valor incalculable. Kalimán no deja de advertirles sobre las consecuencias de su ambición y codicia pero lo ignoran por completo y empiezan a tomar todo lo que pueden. Con Kalimán aun impotente para hacerles frente, continúan rumbo al altar donde se encuentra una gigantesca estatua de oro macizo de Kali, dispuestos a llevársela aunque tengan que hacerla pedazos. Hartándose de la advertencias de Kalimán, Radamés decide eliminarlo de una vez por todas, indicándole no poner resistencia alguna bajo amenaza de que Zulma ordene a Perla morder a sus amigos. El halcón reaparece y mata a la cobra, por lo que Kalimán ya puede defenderse del malhechor. En eso, el último hombre-tigre lo ataca por el otro lado.
Kalimán forcejea con el salvaje y Radamés aprovecha para clavarle el puñal en la espalda, restándole fuerzas para luchar. Regresa con Zulma que ya tiene la bolsa lista para irse (jurando regresar después para completar el saqueo) pero Radamés se empeña en llevarse la gema gigante en la frente de la estatua de la diosa. Kalimán emplea toda su fuerza de voluntad y habilidades para dejar al hombre-tigre fuera de combate, previniendo al villano de persistir en cometer tal blasfemia. Radamés lo ignora y sigue adelante, orillando a Kalimán a gritar el nombre de Kali a todo pulmón, logrando despertar a la diosa. Inmediatamente, esta toma a Radamés entre sus seis brazos y lo tritura horriblemente, mientras las joyas robadas se convierten en serpientes y se abalanzan sobre Zulma.
El hombre-tigre huye, asustado, y el moribundo “Hijo de Kali” emplea sus últimas fuerzas para ir cerrando el templo de nuevo. Kalimán y sus compañeros consiguen escapar justo a tiempo, reflexionando sobre si lo que vieron fue real o una ilusión, quedándose con que lo importante es que “se hizo justicia”.
Reflexiones…
Como dijimos al principio, esta historia parece de lo más adecuada para iniciar con una nueva etapa de la revista de Kalimán (aun si es una repetición). Una trama sin grandes ambiciones, muy sencilla y enfocada, cuyo único defecto es la extraña dirección que toma conforme avanza. Es que si bien desde un principio todo se trató de detener a los Jinetes del Terror, no estoy seguro de que la participación de Kalimán hiciera diferencia alguna en el desarrollo los eventos. Y toda la incriminación que padeció en un principio, afectando en gran manera su reputación, al final no significó absolutamente nada ya que de un punto acá no volvieron a mencionarlo, concentrándose sólo en capturar a los criminales de los que ninguno sobrevivió (e iban a morir de todas formas). También tenemos una de las participaciones menos notorias de Solìn y una compañera de muy poca intervención (desde que Fako murió, Yadira se volvió completamente inútil en la historia).
En fin, con todo, la intriga y la acción hicieron que valiera la pena, convirtiendo esta serie en una base que presenta lo que es Kalimán y sus aventuras.
Curiosidades y metidas de pata:
• En el No. 15, Kalimán nombra “Rabadám” a “Radamés. ¡Vamos, Kalimán! Es cierto que aun tienes que limpiar tu nombre pero tampoco es para que confundas el de tu enemigo que luego podrían andar culpando a un inocente que se llame de esa forma.
• Cuando Yago tenía a Kalimán y a Yadira aferrándose del risco, pudo haberlos atacado arrojándoles piedras pero prefirió echar a correr aun cuando ya había amenazado con hacérselo a Yadira antes de revelarse que Kalimán también evitó la caída. ¡Que tonto!
• ¿Cómo pueden meter a un tigre en un baúl y esperar que se quede quieto hasta que los monjes lo abran? Tendría que ser bastante grueso y pesado para aislar el sonido pero de ser así, el tigre ya estaría muy sofocado para cuando ellos lo abrieran, significando una falla terrible en la maniobra.
• La “magia” del amuleto de colmillo negro no es nada clara ya que su única función fue poner a Solín al mando (y bajo control) de los hombres-tigre. Fuera de eso, no sirvió absolutamente para nada (y de un punto acá, ya ni siquiera veamos que Solín todavía lo lleve en su cuello, sobretodo desde que se cambio de ropa en el templo de Kali).
• ¿Los hombres-tigre son humanos que se visten como tigres o una raza de hibridos? En las portadas se muestran claramente como hombres disfrazados pero en la historia todo el tiempo los dibujan con cabezas de tigre con la excepción de sus mujeres y sus niños. Un misterio que nadie se molesta en resolver.
• Kalimán piensa que es mejor que Solín no sepa nada del breve lapso en que fue rey de los hombres-tigre, pero en algún punto se da a entender que Solín se enteró mas no muestra padecer crisis moral alguna por haber estado a punto de matar a su mentor y amigo.
• El guardia que Radamés envía a matar al halcón regresa sin haber tomado en cuenta la advertencia de que no regresara si fracasaba porque lo matarían. Cierto que se reportó con Zulma en vez de Radamés y ella pudo hacer caso omiso pero igual…Que bruto. Por eso y la forma en que iban sacrificando hombres a lo largo de su expedición en el templo, no puede entender como le hacen para que les sean tan leales al punto de que obedecer es lo único que saben hacer.
• Zulma y Radamés no dejan de chocarse e intercambiar papeles sobre quien es el más escéptico de los dos sobre la profecía de Kali (en especial el modo constante en que refieren como la deidad tiene “cien ojos para descubrir a los ladrones y cien brazos para castigarlos”). También está la parte en que Zulma señala el parecido de los arboles del Jardín de la Muerte con humanos momificados y poco después, cuando Radamés dice lo mismo, hasta se burla de él (el burro hablando de orejas).
• En el No. 25, Yadira se pone un traje antiguo de los que encontraron en la cámara subterránea, al igual que Solín, pero en el siguiente número, ya no lo tiene desde antes de toparse con los gatos siameses. ¿Al final le dio calor y se lo tuvo que quitar o nomas al dibujante le dio flojera seguirlo dibujando con este puesto? (al cabo que sólo a Solín le hacia falta ponerse algo encima luego de que los hombres-tigre lo dejaron en taparrabos).
• La portada del No. 26 es una mentira total, presentando una escena que nunca tuvo lugar en la historia.
• No queda muy claro que pasó realmente con Kali. Todo indica que Kalimán la despertó con sus poderes, pero cuando sus amigos le andan pregunto si eso sucedió, éste alega que pudo haberse tratado de una alucinación que experimentara la pareja de saqueadores (pero igual él mismo pudo haberla inducido con sus poderes, así que al final sería como si los hubiera matado, faltando a su juramento de no matar jamás a un semejante).
• ¿Cómo pudieron salir del templo Kalimán y sus amigos tomando en cuenta que el puente fue destruido? ¿Tuvieron que emprender todo el peligroso camino subterráneo de nuevo (pasando de nueva cuenta por los gatos siameses y otras trampas mortales) o que?
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