jueves, 23 de mayo de 2013

El Dragon Rojo: Segunda Parte

 

Kalimàn, el Hombre Increíble No. 156-170 

Karma y sus cómplices ya han dejado atrás Akra-Far. Las intenciones de Karma son invadir las ciudades más ricas que se encuentra en la India. Ling le recuerda sobre Kalimán, pero Karma está seguro de que no sobrevivirá. 
Solín consigue mover la palanca que le indica Kalimán en el momento justo, provocando un derrumbe de carbón, creando la distracción que él necesitaba para liberarse, aprovechando que los grilletes quedaron blandos por el calor. Da cuenta de los guardias antes de que lastimen a Solín y se apresuran a salir. Descubren el gran incendio que se extiende por la ciudad y Kalimán comprende más que nunca el alcance de la maldad de Karma, comprometiéndose de nueva cuenta con su juramento para derrotarlo. 
Kalimán y Solín se alejan de la ciudad y descansan, pero el Hombre Increíble es atormentado por la culpa que siente al no haber matado a Karma cuando pudo. El espíritu del maestro Shang acude para decirle que hizo lo correcto al no faltar a su palabra de no matar, reiterándose que debe mantenerse así sin importar lo que suceda. Kalimán entiende que es lo que debe hacer, haciéndole una demostración a Solín con un escorpión, metáfora de lo que pasará a la larga con Karma (y en que forma).

   

La voz de Kalimán (un grito para confirmar su juramento) llega hacia donde Karma y sus seguidores se han detenido. Karma usa sus poderes, captando la desesperada lucha de Kalimán que le permitió salvarse del tormento tártaro. Kin-Go pide que le permita emboscarlo y matarlo, pero Karma decide que él mismo se encargará del próximo ataque. 
Kalimán y Solín siguen su camino, entrando al valle de “Las almas perdidas”. Cuenta que ese lugar se conoce por ese nombre debido al castigo divino que recibió el príncipe Jazil por usurpar el trono, siendo atacados él y su comitiva por una tormenta de arena que duró treinta días y treinta noches, convirtiendo a todos en estatuas de piedra. Solín titubea sobre pasar por ese lugar, pero Kalimán insiste en que es necesario para conseguir agua. De pronto, Kalimán siente la presencia de Karma y descubren a una figura encapuchada que los saluda entre las estatuas de piedra. El encapuchado se presenta como alguien que ha vivido mucho tiempo en ese lugar, pero su actitud sospechosa pone en alerta a Kalimán e insiste en que revele su rostro para ver si trata de Karma. Al retirar su capucha, descubre un rostro anciano y horrible, pero Kalimán sigue sin fiarse de él e intenta leer su pensamiento. El anciano demuestra tener sus propias capacidades mentales, impidiéndoselo y se pone a delirar sobre su vida entre las estatuas, desconcertando a Kalimán y haciendo que Solín lo tome por un loco.

   

El anciano se hace llamar Amrak y continúa profiriendo frases delirantes. Kalimán y Solín lo ignoran y se disponen a beber agua. Amrak les advierte que está envenenada y les indica de donde pueden beber. Kalimán distingue a una salamandra venenosa e impide que Solín caiga en la transparente trampa, invitándolo a descansar, ignorando de nuevo al ermitaño. Mientras descansa, Kalimán deduce que Amrak en realidad es Karma, que se ha transfigurado en anciano usando los secretos del Libro Blanco de la Sabiduría. Busca a Solín, pero éste se ha retirado, engañado por “Amrak” que lo pone a merced de un derrumbe de rocas al invitarlo a tomar el “tesoro escondido” del príncipe Jazil. Kalimán logra apartar a Solín a tiempo y encara a “Amrak”. Karma, en la forma de anciano, lo provoca para que lo ataque, pero antes de que Kalimán pueda tocarlo, se convierte en relámpago y lo derriba.

   

Kalimán levanta para enfrentarlo de nuevo, esta vez en forma de cobra. Logra eludir sus ataques e inmovilizarle la cabeza, intentando destrozarlo contra el suelo. Karma se escabulle entre las rocas y Kalimán advierte a Solín que se preparan para la siguiente arremetida. Pasan unos minutos sin que Karma haga nada, cuando de repente sucede un temblor y las figuras de piedra vuelven a su forma original. El príncipe Jazil ordena a sus hombres matar a los intrusos que han profanado el valle. Kalimán supone que todo es una ilusión creada por Karma e indica a Solín no sentir miedo de sus atacantes. Las armas de los hombres de Jazil y su elefante que amenaza con aplastarlos, no les hacen ningún daño y se traslucen, demostrando que la deducción de Kalimán era correcta. Las rocas siguen en sus lugares, pero Kalimán no se confía. Karma los ataca nuevamente, empleando fuerza magnética para invocar una tormenta de vientos huracanados. Kalimán protege a Solín como puede, pero la lluvia de rocas levantadas termina por subyugarlo.

   

Dando por vencido a Kalimán, el espíritu de Karma regresa a su cuerpo, anunciando su victoria. Después, les indica a sus sirvientes cual será su próximo destino: la ciudad hindú Darjeé, una de las más ricas que hay, decidido a tomarla por su derecho de Dragón Rojo, reanudando el viaje. 
La tormenta de arena termina y Solín se ve solo y cubierto de tierra. Al no ver a Kalimán, lo supone convertido en estatua de piedra, pero pronto divisa su mano saliendo de entre la tierra que lo ha apasionado. El muchacho logra sacarlo a medio cuerpo y trae agua para reanimarlo. Kalimán recupera la conciencia y se da cuenta que ha quedado ciego, a causa de la arena y las rocas. Solín siente pena por él, pero Kalimán se hace un improvisado vendaje sin dejar que eso le afecte. Solín sugiere pedir ayudar al maestro Shang, no creyendo que pueda seguir adelante en ese estado, pero Kalimán considera que seria una cobardía y debe cumplir su misión por si mismo. 
Reanudan su camino cuando Kalimán utiliza la Percepción ExtraSensorial para detectar la cercanía de un grupo de jinetes a caballo. Solín le describe el aspecto de los jinetes y sugiere huir, pero el Hombre Increíble declara que no tiene caso y deben confrontarlos sin temor. El líder de los jinetes se presenta como Hato, el lobo del desierto, y exige saber quienes son. Kalimán da sus nombres y por su vestimenta, lo suponen un príncipe. Kalimán indica a Solín que no deben revelar el hecho de que está ciego, pero Hato se da cuenta de inmediato. Intenta arrebatarle la esmeralda de su turbante pero Kalimán lo intercepta y lucha contra él, derrotándolo. Uno de los hombres de Hato es el siguiente en desafiarlo arremetiendo junto con su caballo, y Kalimán lo esquiva, haciéndolo caer. El resto titubea sobre atacarlo. Kalimán intenta convencerlos de dejar a un lado la violencia, lo que Hato aprovecha para sujetar a Solín, amenazando con degollarlo si no se rinde. Con telepatía, Kalimán da indicaciones a Solín para que él solo se libere, pisando fuertemente el pie de Hato para que lo suelte.

   

Solín obedece y Kalimán lanza una patada para derribar a Hato. Inmediatamente después, toman el caballo de Hato para escapar y los jinetes se lanzan en su persecución. En su huida desesperada, Kalimán pregunta a Solín sobre el tipo de terreno para encontrar un refugio, ya que no logran poner suficiente distancia entre los jinetes. Solín no divisa nada que les sirva y las cosas se complican al caer en arenas movedizas, hundiéndose rápidamente con todo y caballo. Kalimán advierte a Solín limitar sus movimientos para no hundirse del todo, y luego lo anima a estirarse para tomar su mano, logrando sujetar su cuerpo y lanzarlo a la zona de menor hundimiento, donde se encuentra los restos de un caballo y su cargamento. Solín debía juntar las correas para ayudar a Kalimán, pero no tiene tiempo y los jinetes lo detienen. Hato decide que Kalimán le será útil vivo para venderlo como esclavo, por lo que ordena que lo saquen de la trampa mortal, ignorando sus advertencias de que escapará a la primera oportunidad. Sujetándolo con una correa, someten al Hombre Increíble, que se resigna a seguirlos hasta que encuentre como liberarse. Los jinetes siguen su camino con los dos prisioneros. Para desquitarse con Kalimán, Hato decide traerlo sin darle agua ni alimento, pero su asistencia legendaria le permite soportarlo. A sabiendas de que los conducen a la ciudad de Darjeé para venderlos, justo a donde se dirige Karma, Kalimán decide que no hay necesidad de escapar por el momento. Más tarde, Solín piensa utilizar su campanita de plata para pedir ayuda al maestro Shang, pero es descubierto por Hato y se la arrebata, haciendo que lamente su suerte más que nunca. Mientras, Kalimán usa sus poderes mentales para averiguar lo que está haciendo Karma y sus cómplices, enterando de sus planes en Darjeé que implican el “desatar la furia de los animales”, aludiendo un atentado contra el equilibro natural. Al día siguiente, Hato y sus hombres despiertan y no encuentran a su prisionero donde lo habían dejado. Solín teme que se haya ido sin él y es amenazado por Hato, creyendo que lo ayudó a escapar. La voz de Kalimán lo detiene y lo divisan sentado sobre una cornisa, donde practicaba ejercicios mentales, alegando que no pensaba escapar y sigue siendo su prisionero. Kalimán baja y le hace ver a Hato que recuperó la esmeralda de turbante que él le había quitado mientras dormía, insinuando que pudo matarlo fácilmente sin que se diera cuenta.

   

Hato se asusta y decide venderlos cuanto antes para no correr más riesgos. Le ponen de nuevo la correa a Kalimán y Solín camina a su lado conforme siguen su camino. Kalimán le explica que decidió no escapar para que entraran a Darjeé como parte de la mercancía de esclavos, ya que de ese modo pasarán desapercibidos ante Karma, para tener la ventaja de la sorpresa e impedir que haga de la ciudad otra zona perjudicada por su maldad. 
En Darjeé, Karma se ha instalado en una mansión junto con Ling y Kin-Go. Les cuenta sobre su plan de atacar con la furia de los animales. Kin-Go comenta que los animales no pueden vencer a los humanos y Karma decide darle una demostración, a través del gato de oro. Le ordena atacar a Kin-Go, librándose una lucha mortal donde el felino controlado por Karma tiene la ventaja. Karma detiene al felino metálico antes de que mate a Kin-Go, satisfecho de haber probado su teoría. Informa que Darjeé tiene un anciano gobernante sin herederos y su plan será conseguir que lo convierta en su sucesor al trono. Los invita a acompañarlo durante el desfile del soberano por la ciudad, donde pondrá en marcha la primera parte de su estrategia. Ese día se celebra el cumpleaños del monarca de Darjeé, Abel Rajham, a quien llaman “El Justiciero”, denotando el respeto y amor que le tienen sus súbditos. Se produce el desfile con el pueblo aclamando a Abel Rajham montado en su elefante, cuando Karma entra en acción. Con sus poderes, controla al elefante, logrando que enloquezca y haga caer a Abel Rajham, amenazando con aplastarlo entre sus patas. Los guardias intentan detenerlo, pero el paquidermo los repele con inaudita furia. Karma le ordena matarlos, para luego enfocarse en el soberano, atrapándolo con su trompa. Antes de que lo triture, Karma interviene, aparentando detenerlo con su autoritaria voz, cuando en realidad lo vuelve a tranquilizar con su poder mental. Abel Rajham agradece su ayuda y Karma se identifica como un Dragón Rojo. Asegura que el elefante se ha calmado para que pueda volver a montarlo, despertando admiración entre los súbditos que agradecen que haya salvado la vida de su rey. Karma decide que es hora de regresar, preparándose el siguiente paso. 
Esa noche, los jinetes y sus dos prisioneros llegan a la ciudad de Darjeé. Solín inquiere si Kalimán podrá recuperar la vista, pero él asegura conocer métodos de curación que pondrá en práctica en cuanto estén en un lugar seguro contando con suficiente tiempo. Hato los dirige directamente al mercado de esclavos para venderlos de una vez. 
El espíritu de Karma abandona su cuerpo para visitar a Abel Rajham. Viéndolo desvalido, Kin-Go considera que es una oportunidad para matarlo y luego apoderarse del misterioso libro, ignorando las advertencias de Ling. El gato de oro se interpone y Kin-Go decide desistir, aunque jura de nuevo que eventualmente destruirá a esa criatura (nunca lo hace). 
Mientras tanto, el espíritu de Karma se introduce al palacio, penetrando en los aposentos del soberano. Utilizando una estatua de Buda, saca a Abel Rajham de su sueño, reprochándole por no tener a alguien que lo suceda en el trono cuando muera. Le ordena que es su voluntad que el extranjero que lo salvó ese día sea nombrado su nuevo heredero.

   

Abel Rajham objeta que ningún extranjero puede gobernar Darjeé, pero no puede oponerse a los deseos de “Buda”, quien le promete el paraíso al morir. Regocijado por haber engañado al soberano, el espíritu de Karma regresa a su cuerpo, comunicando a sus cómplices de que todo está hecho y nada impedirá que tome posesión de Darjeé. 
En el mercado de esclavos, Kalimán critica abiertamente esa clase de negocios. Hato le advierte que no haga ninguno de sus trucos o lo matará por la espalda. Kalimán le susurra a Solín que se prepare, puesto que ellos mismos escogerán a su comprador. Hato empieza a llamar la atención de los clientes para anunciar la venta de Kalimán en compañía de Solín. Empiezan las ofertas, aumentando más y más la puja para regocijo de Hato. Kalimán decomisa a Solín buscar entre los compradores alguna persona que refleje bondad. Solín divisa a una joven de aspecto amable y se lo comunica a Kalimán, quien decide confiar en su instinto. Uno de los compradores da quinientas monedas de oro que Hato acepta de buena gana, dejándole examinar la “mercancía”. Kalimán utiliza su influjo hipnótico para que el hombre crea que tiene lepra, y corre la voz. Arrebata su dinero a Hato y echa a correr junto con los demás compradores, ignorando su aclaración de que todo es una mentira. Irritado, Hato amenaza a Kalimán con su cuchillo, pero él lo sujeta por el cuello. Hato le recuerda que prometió venderse y Kalimán se dispone a cumplir, dirigiéndose a la joven, siendo la única persona que se quedó, y pidiéndole que se acerque, ofreciéndole su venta. Ella sólo tiene dos monedas de cobre y Kalimán obliga a Hato a aceptarlas. Antes de que se retire, Kalimán se asegura de recuperar la campanita de plata que le dieron a Solín, usando sugestión hipnótica para que queme la mano de Hato y la deje caer. Después de que Hato se ha ido corriendo, Kalimán le aclara a la joven que no tiene lepra, y junto con Solín, se entregan a ella como sus esclavos, pidiendo únicamente a cambio que no diga a nadie su nombre ni su presencia en la ciudad.

   

Entusiasmada, la joven, llamada Lina, acepta sus condiciones, conduciéndolos a una colina, lejos de la ciudad, donde vive con su padre, Jaba. Ellos son campesinos que tienen problemas para levantar la cosecha tras la muerte de sus hermanos y para ello requerían de esclavos que les ayudaran. Kalimán y Solín se comprometen enseguida, aunque Jaba insiste en interrogarlos, recibiendo vagas respuestas. También duda que pueda con el trabajo estando ciego, pero al igual que Lina, reconoce la buena voluntad de su nuevo esclavo. Lina les indica lo que deben hacer mientras Kalimán da advertencia a Solín para que no bajen la guardia ante un próximo ataque de Karma. 
Karma finalmente recibe a un emisario de Abel Rajham en su casa, sin disimular que sabe de antemano que es convocado al palacio para nombrarlo el sucesor del trono, acordando la hora en que acudirá. Kin-Go y Ling le recuerdan que todavía está el problema de Kalimán, pero Karma no tiene tiempo de confirmar si sobrevivió a la tormenta de arena, preparándose para ir hacia el palacio real. Abel Rajham recibe a Karma, comunicándole su intención de cumplir con el mandato de Buda de nombrarlo su heredero pese a ser extranjero. Sin embargo, queda un requisito, que es parte de la tradición que le permitirá ser rey de Darjeé, la cual consiste en sacar una espada sagrada aprisionada en un bloque de granito. A pesar de su gran fuerza, Karma no consigue sacarla y Abel Rajham le hace saber que según la leyenda, el elegido debe tener un brazo fuerte y corazón noble, siendo evidente que Karma carece de lo último. Consumido por su orgullo e indignación, Karma insiste en intentar extraer la espada, concentrando sus poderes al multiplicar la fuerza en brazos y torso, pero es inútil y la espada no cede. Ling y Kin-Go se asombran ante su fracaso. Karma se rinde y Abel Rajham le anuncia que en visto de ello, no podrá heredar el trono, sin importar el deseo de Buda, ya que esa es la ley. Karma explota en maldiciones y amenazas, jurando que él se convertirá en el rey de Darjeé y nadie lo impedirá. 

 

Los guardias se lanzar a proteger a su soberano, pero Karma los derrota con facilidad. Vuelve a jurar que se adueñará de Darjeé y emprende la retirada, seguido por sus cómplices. Abel Rajham impide a sus guardias seguirlo e intentar aprenderlo, ya que al ser Dragón Rojo, sus habilidades lo harán imposible, y sólo pueden proteger el palacio para impedirle volver a entrar. 
Kalimán trabaja arduamente en el campo y se dan indicios de Lina se ha enamorado de él, temiendo que al recuperar la vista, la abandone. Solín los interrumpe para comunicar la noticia que corre en el pueblo sobre la amenaza de Karma al rey. Kalimán le ordena que no vaya a la ciudad para evitar ser visto por sus enemigos. Solín le recuerda que también puede descubrirlos con el pensamiento, pero Kalimán tiene medidas preparadas. 
De vuelta en su residencia, Karma se encuentra irritado por el fallo de su plan. Empeñado en gobernar Darjeé tras eliminar a Abel Rajham, envía al gato de oro para que se haga cargo del soberano. Kin-Go le recuerda nuevamente que Kalimán puede estar al acecho. Karma decide que es el momento de comprobar si sigue con vida y siente su presencia cerca de Darjeé. Envía su espíritu para localizarlo, lo que Kin-Go aprovecha a su favor, ya que sin el gato de oro cerca, ve su oportunidad de hacerse con el misterioso libro. Kalimán siente la presencia de Karma y erige una barrera mental, que le impide percibirlos a él y Solín. Desconcertado al haberlo perdido, el espíritu de Karma regresa a su cuerpo, justo a tiempo para descubrir a Kin-Go, hurgando en el armario donde guardaba el libro. Kin-Go lo toma, pero por su ceguera no puede comprender el lenguaje escrito en sus pàginas. Al ser descubierto, suplica el perdón de Karma, y es disciplinado severamente por sus descargas magnéticas, azotándolo contra las paredes hasta que escarmiente.

   

Mientras tanto, el gato de oro ataca a Abel Rajham en sus aposentos, con intenciones asesinas. Los guardias acuden para defenderlo, mas sus espadas no tienen efecto sobre la piel metálica del animal. A pesar de todo, consiguen hacerlo huir para luego atender las heridas de su soberano, quien sabe que eso ha sido obra de Karma. Después que Kin-Go ha recobrado la conciencia, Karma le encomienda que, en compañía de Ling, recorran toda la ciudad hasta encontrar a Kalimán, consciente de que debió usar una barrera mental para ocultar su presencia. Les ordena retirarse y recibe al gato de oro, que tiene rastros de sangre en sus garras y colmillos. Karma comprende en el reflejo de sus ojos que sólo pudo herir al rey y sigue vivo, contrariado y planeando un nuevo ataque en el que contará con la asistencia de otros animales. 

   

Kalimán construye un molino de agua para beneficiar al campo de Jaba, quien se lo agradece. Al preguntar el Hombre Increíble por Lina, le informa que fue de compras a la ciudad en compañía de Solín, Kalimán teme que sea descubierto por sus enemigos (lo que no tarda en ocurrir). Ling y Kin-Go divisan a Solín entre la multitud de compradores y él también alcanza a verlos. Apura a Lina para que vuelvan a la casa corriendo, esperando despistarlos, pero ellos les siguen el paso y no les pierden el rastro. Logran llegar a la casa, anunciando que los han perseguido. Kalimán reprende a Solín y con sus sentidos agudizados, siente la cercanía de los dos cómplices de Karma. Entran a la casa y Kalimán advierte a Jaba que no digan nada que los delate pero que tampoco arriesguen su vida. Lina les indica que se escondan en el sótano. Ling y Kin-Go llegan a la puerta y exigen saber en donde se encuentra el hombre del turbante. Jaba y Lina no pueden detenerlos y pasan a un lado de ellos. Kin-Go está ansioso por enfrentarlo de nuevo, y al no encontrarlo dentro de la casa, sigue el consejo de Ling de inspeccionar el sótano. Ahí, descubren a Solín, llorando ante el cuerpo de Kalimán, que utiliza el “Actus Mortis” para engañarlos.

   

Ling y Kin-Go creen que se trata de un engaño, pero todo indica que no le queda nada de vida y Solín respalda su suposición, mencionando que quedó enfermo tras la tormenta de arena y acabó sufriendo un infarto (¿quien se va a tragar eso?). Kin-Go golpea su cuerpo para asegurarse, y se da por vencido, decepcionado por no haber podido tener la revancha contra Kalimán. Los dos se retiran, llevándose a Solín para servir de prueba ante Karma. Kalimán espera hasta que se han alejado para suspender la muerte fingida, impresionando a Jaba y a Lina. Anuncia que rescatará a Solín, pero antes pondrá en marcha el proceso para recuperar la visión. 
Karma extiende su poder de control mental sobre un gran número de aves, dominándolas con el grito de su nombre, incluyendo a una cobra, convirtiéndolos en su nuevo ejercito de aliados. Ling y Kin-Go regresan trayendo a Solín y Karma se aproxima a él, usando su poder mental para confirmar si Kalimán murió de verdad, no pudiendo fiarse del testimonio de sus cómplices, comprendiendo la verdad. Ling sugiera volver allá, pero Karma supone que para ese momento ha de haberse trasladado a ese lugar. Kin-Go amenaza a Solín para hacerlo hablar, pero Karma lo detiene, planeando usarlo como carnada, seguro de que Kalimán vendrá a rescatarlo. Karma pone a la cobra, llamándola Lucifer, a cargo de vigilarlo, con la orden de clavarle los colmillos al chico si intenta escapar.

   

Abel Rajham se repone de sus heridas. Sus consejeros insisten en preparar una orden para aprender a Karma, pero el rey insiste en que no servirá de nada ante el poder superior de un Dragón Rojo, aunque acaba cediendo ante la presión. 
Kalimán pide a Lina y a Jaba que lo dejen solo en el sótano, donde realizará los ejercicios físico-mentales que le ayudarán a recuperar la vista. Para ello, debe incrementar la presión sanguínea en su cabeza y canalizarla hacia los nervios ópticos, con el riesgo de sufrir un derrame cerebral. 
Karma consigue nuevos reclutas para su sequito mortal. Un tigre de bengala que se encarga de localizar, es sometido por su poder telequinético para quedar bajo su control, poniéndole el nombre de “Espíritu”, reflejando su propia esencia de fuerza y maldad. Después, irrumpe en el territorio de un príncipe para exigir la posesión de su pantera favorita, controlándola para que se vuelva contra su amo. La llama “Alma” al ser un reflejo de su propia alma negra, y se retira, dejando testigos aterrorizados por sus diabólicos poderes. El grupo de guardias decomisado para aprenderlo lo embosca, pero Espíritu y Alma dan cuenta de ellos, para regocijo de su nuevo amo, orgulloso de haber conseguido excelentes adiciones.

   

Abel Rajham es avisado de la masacre de los guardias y decide que el único que podrá detener a Karma será el hombre que pueda portar la espada sagrada, enviando emisarios por todas partes para que lleguen candidatos capaces de lograrlo. 
Solín considera su situación, atrapado en el invernadero de Karma, con Lucifer custodiándolo y la gran cantidad de aves recolectadas. Ling le trae comida para mantenerlo con vida, recordándole que servirá de carnada para capturar a Kalimán. La estrategia de Karma es adiestrar a Espíritu y a Alma para que ataquen a Kalimán en cuanto escuchen su nombre. Todo esto es elaborado desde que los alimenta con carne cruda colocado sobre un muñeco con la forma de Kalimán, gritando su nombre, como una señal de comida que los activará en el momento indicado. Ling y Kin-Go admiran su pérfida maniobra. Karma se burla de las amenazas de Solín sobre que Kalimán lo rescatará y lo derrotará. Con el grito de su propio nombre, Karma invoca a las aves, dispuesto a lanzarlas en un ataque contra Abel Rajham.

   

Mientras sus emisarios hacen correr la voz, el soberano descansa en sus aposentos, cuando los numerosos pájaros irrumpen y lo atacan despiadadamente. Sus guardias intentan defenderlo y son picoteados por las aves del mismo modo, pero el soberano consigue resguardarse. Las aves se retiran, volviendo con su amo, quien sólo pretendía darle un susto al rey. 
Kalimán da por terminado el experimento, consciente de que no puede forzarlo más, pero todavía no debe abrir los ojos, considerando el descansar tras tanto esfuerzo mental.
Karma confirma que Espíritu y Alma ya se enardecen con tan solo oír el nombre de Kalimán. Kin-Go está cansado de los insultos y la subestimación de la que Karma lo hace victima, esperando una oportunidad para vengarse.
El maestro Shang, mediante el viaje astral, visita a Kalimán, que sigue con los ojos cerrados, en espera del momento en que pueda ver el resultado del experimento. Le aconseja tener fe en que recuperará la vista, recordándole su determinación de proseguir con la tarea que se ha echado encima.
Solín finge dormir, esperando a que Lucifer haga lo mismo. Aprovecha para sacar de entre sus ropas la campanita de plata, con la que acude el espíritu del maestro Shang, pidiéndole ayuda y noticias de Kalimán. El maestro Shang le da una flauta antes de retirarse, dándole una idea a Solín. Recordando sus días como encantador de serpientes en El Cairo, toca una melodía para hacer bailar a la serpiente, adormeciéndola poco a poco. De ese modo, logra distraerla para escullirse y cerrar la cerca una vez que ha cruzado al otro lado. Lucifer insiste en seguirlo, buscando otra salida. Solín echa a correr y se topa con Alma y Espíritu, pero éstos están enjaulados, mas sus rugidos ponen en alerta a Karma y a sus cómplices. Kin-Go, empeñado en probar su valor por encima de los animales, descubre que Solín ha escapado e informa a Karma. Escondido entre las plantas, Solín no ve que Lucifer acecha.
Al amanecer, Kalimán demuestra haber recobrado la vista cuando Lina abre la puerta y la luz hiere sus ojos. Consigue enfocarla a ella, y da gracias por su curación. Admira la belleza de Lina, quien expresa su amor calladamente.


   

Kalimán cierra los ojos, ya que todavía necesita acostumbrarse a la iluminación después de pasar tanto tiempo en tinieblas, pero en cuanto lo haga, se dispone a proseguir con su objetivo. 
Karma libera a Espíritu y Alma para que encuentren a Solín, mientras sus cómplices van por su lado. Solín logra eludir a Lucifer para después pasar por Ling, pero las fieras le cierran el paso. Viéndose acorralado, tiene que poner en marcha lo que ha aprendido, dando un ágil salto por encima de Alma y Espíritu. Antes de que llegue a la reja que le permitirá salir al exterior, Kin-Go lo sorprende y lo sujeta, dispuesto a desmembrarlo vivo. Karma lo hace detenerse, recordándole que el muchacho es el cebo para Kalimán y no debe ser lastimado todavía.

   

Karma castiga a Solín pisoteándolo y burlándose nuevamente de sus amenazas. Ordena a Kin-Go dejarlo encerrado en sus habitaciones para más adelante utilizarlo en la trampa que ha ideado. Karma confía en tener todos los medios a su alcance para recibir a Kalimán, asegurando su muerte y su futuro reconocimiento como el nuevo Hombre Increíble. 
Kalimán reflexiona en lo que prepara su alma cuando llegue el momento de confrontar a su enemigo, anteponiéndose a todas sus argucias. Finalmente, se dispone a partir. 
Abel Rajham pierde un ojo tras el ataque de los pájaros y recibe a los aspirantes al trono. De inmediato, cada uno hace la prueba de sacar la espada del bloque de granito, pero no ha pasado del segundo en fracasar para que el anciano tenga el presentimiento de que ninguno de ellos será el elegido. 
Solín es amordazado y amarrado al tronco de un árbol, con Lucifer cerca para sorprender a Kalimán, y ese es solo el principio de las trampas que ha preparado Karma.
Lina descubre que Kalimán se ha ido y al preguntarle a su padre, éste le informa que ya ha partido tras despedirse de él, por lo que ella se apura en alcanzarlo. 

Continuará… 

 

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